miércoles, 24 de octubre de 2012

Lideres de la Iglesia dan mas detalles sobre la nueva politica misional.

Lideres de la Iglesia dan mas detalles sobre la nueva politica misional.

Conferencia de presna con el Comite misional Oct 2012
Elder Jeffrey R. Holland comenta en conferencia de prensa algunos detalles y cambios que se harán de acuerdo con la nueva política misional
1. Futuros Misioneros tendrán que intensificar su preparación misional, la cual incluye todo en cuanto a dignidad suplementado por el estudio del evangelio (especialmente del Libro de Mormón) clases de seminario e instituto y un estudio sistemático de Predicad Mi Evangelio.
"Dios esta apresurando su obra," dijo Elder Holland dirigiéndose a los jóvenes de la Ilgesia y agrego "y Él necesita más y más misioneros dignos y dispuestos de esparcir la luz y la verdad y la esperanza y la salvación del evangelio de Jesucristo a un mundo frecuentemente en obscuridad... Esto no es a causa de ustedes. Esto es en cuanto al dulce y puro mensaje que se les ha pedido compartir. Elder Holland pidió a los padres tomar una seria responsabilidad en esta preparación y no esperar que el Departamento Misional o el CCM o que líderes locales tomen la dirección en todo.
2. El tiempo en los 15 Centros de Capacitación Misional serán reducidos por 1/3 sin importar sí el misionero servirá en una lengua extranjera o no.
3. La iglesia en Provo Utah contratara más instructores y personal serán contratados y los dormitorios aumentarán de inmediato. Se planean que los CCMs fuera de USA se necesiten ampliar pero no hay planes de construir nuevos CCMs
4.Se planean que los misioneros sean beneficiados al implementar un programa de 12 semanas al llegar al campo misional y así mejoren sus técnicas de enseñanzas. 5. La iglesia considera crear nuevas misiones en el futuro. Las actuales 347 misiones absorberán cualquier aumento que suceda en el numero de misioneros hasta que las nuevas sean creadas.
6. Futuros Misioneros pueden ser recomendados por su obispo y presidente de estaca con 120 días de anticipación a su cumpleaños (18/19) o con anticipación a la fecha disponible de acuerdo a su graduación de la escuela. Los hombres jóvenes podrán entrar al CCM después de haberse graduado y alcanzado la edad requerida.
7. No se modifica los límites de edad para servir, para los varones es de 25 años y para las mujeres no existe una edad límite.

Las Bendiciones de Haber Servido una Mision

El servicio misional de ustedes será lo más importante para prepararlos para el resto de su vida. El presidente Gordon B. Hinckley (1910–2008) prometió a los futuros misioneros: “…el tiempo que pasen en el campo misional, si lo pasan dedicados al servicio, será una inversión que les dejará mayores dividendos que cualesquiera otros dos años de su vida… Si sirven en una misión fielmente y bien, serán mejores esposos, mejores padres, mejores estudiantes, mejores trabajadores1. Si no han pasado la edad de servir en una misión de tiempo completo, prepárense ahora para servir. Las bendiciones que recibirán serán mucho mayores que cualquier sacrificio que puedan hacer.

Cuando deben las jovenes ir a la mision?

M. Russell Ballard dijo:
Servir en una misión de tiempo completo es algo totalmente adecuado para una joven si eso es lo que ella desea hacer y es digna. Poseer el Sacerdocio implica para el joven la obligación de llevar al mundo el mensaje de la Restauración. Se invita a las hermanas a participar en la obra misional atendiendo a sus circunstancias. Si tuvieran expectativas de matrimonio, ése es un llamamiento mayor; sin embargo, las jóvenes que se encuentran en condiciones de servir llegan a ser grandes misioneras. Son buenas maestras, muestran empatía y se relacionan muy bien con las mujeres. No creo que exista en el mundo una misión con un presidente que no se sienta encantado de tener más misioneras.
(M. Russell Ballard, “How to Prepare to Be a Good Missionary”, “Cómo prepararse para ser un buen misionero”, New Era, revista en inglés, Mar 2007, 6–11)

La oportunidad de toda una vida

La oportunidad de toda una vida

W. Christopher Waddell
De los Setenta


W. Christopher Waddell
Por medio de tu dedicado servicio y sacrificio voluntario, tu misión se convertirá en tierra santa para ti.

Un hito en la vida de un misionero es su entrevista final o “última” con el presidente de misión. Parte fundamental de la entrevista será el análisis de lo que parece ser una vida de experiencias inolvidables y lecciones clave que se han adquirido en tan sólo de 18 a 24 meses.
Si bien muchas de esas experiencias y lecciones pueden ser comunes y corrientes en el servicio misional, cada misión es única, con desafíos y oportunidades que nos exigen y prueban de acuerdo con nuestra personalidad y necesidades particulares.
Mucho antes de dejar nuestro hogar terrenal para servir en una misión de tiempo completo, dejamos a nuestros padres celestiales para cumplir con nuestra misión mortal. Tenemos un Padre Celestial, que nos conoce: sabe nuestras fortalezas y debilidades, nuestras facultades y potencial. Él sabe qué presidente de misión y compañeros, y qué miembros e investigadores necesitamos para llegar a ser el misionero, el esposo, el padre y el poseedor del sacerdocio que somos capaces de llegar a ser.
Profetas, videntes y reveladores asignan a los misioneros bajo la dirección y la influencia del Espíritu Santo. Presidentes de misión inspirados dirigen las transferencias cada seis semanas y rápidamente aprenden que el Señor sabe exactamente donde quiere que sirva cada misionero.
Hace unos años, el élder Javier Misiego, de Madrid, España, estaba cumpliendo una misión de tiempo completo en Arizona. En esa época, su llamamiento misional a los Estados Unidos parecía un tanto inusual, ya que la mayoría de los jóvenes de España eran llamados a servir en su propio país.
Al término de una charla fogonera de estaca, donde él y su compañero habían sido invitados a participar, se le acercó al élder Misiego un miembro menos activo de la Iglesia, a quién lo había llevado un amigo. Era la primera vez que ese hombre había estado dentro de una capilla en años y él le preguntó al élder Misiego si conocía a José Misiego, de Madrid. Cuando el élder Misiego respondió que el nombre de su padre era José Misiego, el hombre emocionado hizo algunas preguntas más para confirmar que ése era el José Misiego. Cuando se determinó que estaban hablando del mismo hombre, este miembro menos activo comenzó a llorar. “Su padre fue la única persona que bauticé durante toda mi misión”, explicó y describió cómo su misión, según su parecer, había sido un fracaso. Atribuyó sus años de inactividad a algunos sentimientos de ineptitud y preocupación, creyendo que, de alguna manera, había decepcionado al Señor.
El élder Misiego luego describió lo que este supuesto fracaso del misionero significó para su familia. Le dijo que su padre, bautizado como un adulto soltero, se había casado en el templo, que el élder Misiego era el cuarto de seis hijos, que los tres varones y su hermana habían servido misiones de tiempo completo, que todos estaban activos en la Iglesia y que todos los que estaban casados se habían sellado en el templo.
El ex misionero menos activo comenzó a sollozar. Gracias a sus esfuerzos, ahora sabía que había bendecido muchas vidas, y el Señor había enviado a un élder desde Madrid, España, a una charla fogonera en Arizona para hacerle saber que él no había sido un fracaso. El Señor sabe donde quiere que sirva cada misionero.
De la manera que el Señor decida bendecirnos en el transcurso de una misión, las bendiciones del servicio misional no están diseñadas para terminar cuando somos relevados por nuestro presidente de estaca. Su misión es un campo de entrenamiento para toda la vida. Las experiencias, lecciones y testimonio obtenidos por medio de un servicio fiel están destinados a proporcionar una base centrada en el Evangelio que persistirá durante la vida mortal y en las eternidades. Sin embargo, para que las bendiciones continúen después de la misión, hay condiciones que se deben cumplir. En Doctrinas y Convenios leemos: “Porque todos los que quieran recibir una bendición de mi mano han de obedecer la ley que fue decretada para tal bendición, así como sus condiciones” (D. y C. 132:5). Este principio se enseña en el relato de Éxodo.
Después de recibir su mandato de parte del Señor, Moisés regresó a Egipto para sacar a los hijos de Israel de la cautividad. Una plaga tras otra no le permitían la libertad, lo que les condujo a la décima y última plaga: “Pues yo pasaré por la tierra de Egipto, esta noche, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto” (Éxodo 12:12).
Para la protección en contra del “heridor” (versículo 23), el Señor instruyó a Su pueblo a ofrecer un sacrificio, un cordero “sin defecto” (versículo 5) y recoger la sangre del sacrificio. Luego tenían que “tomar la sangre” y ponerla en la entrada de cada casa “…en los dos postes y en el dintel” (versículo 7) con esta promesa: “y veré la sangre y pasaré de vosotros, y no habrá en vosotros plaga de mortandad” (versículo 13).
“Los hijos de Israel fueron e hicieron puntualmente así, como Jehová había mandado” (versículo 28). Ellos ofrecieron el sacrificio, recogieron la sangre y la pusieron en sus hogares. “Y aconteció que a la medianoche Jehová hirió a todo primogénito en la tierra de Egipto” (versículo 29). Moisés y su pueblo, según la promesa del Señor, fueron protegidos.
La sangre que utilizaron los israelitas, simbólica de la futura expiación del Salvador, fue producto del sacrificio que ellos habían ofrecido. No obstante, el sacrificio y la sangre por sí solos no hubieran sido suficientes para obtener la bendición prometida. Si no hubieran colocado la sangre en el dintel de la puerta, el sacrificio habría sido en vano.
El presidente Monson ha enseñado: “La obra misional es difícil. Agota las energías, excede nuestra capacidad, exige nuestro mejor esfuerzo… Ningún otro trabajo demanda horas más largas, mayor dedicación ni más sacrificio y oración ferviente” (“…Haced discípulos a todas las naciones”, Liahona, julio de 1995, pág. 55).
Como resultado de ese sacrificio, regresamos de nuestras misiones con nuestros propios dones. El don de la fe; el don de testimonio; el don de la comprensión de la función del Espíritu; el don del estudio diario del Evangelio. El don de haber servido a nuestro Salvador. Dones cuidadosamente empaquetados en Escrituras desgastadas, en libros de Predicad Mi Evangelio raídos, en diarios misionales y en corazones agradecidos. Sin embargo, al igual que los hijos de Israel, las continuas bendiciones relacionadas con el servicio misional exigen la aplicación después del sacrificio.
Hace unos años, mientras la hermana Waddell y yo presidíamos la Misión de España Barcelona, quise extender una última asignación a cada misionero durante su entrevista final. Se les pidió que durante el regreso a casa tomasen tiempo para considerar las lecciones y los dones que les había proveído un generoso Padre Celestial. Se les pidió que hicieran una lista con espíritu de oración y que consideraran cuál sería la mejor manera de aplicar esas lecciones en sus vidas después de la misión: lecciones que podrían influenciar en cada faceta de la vida de ellos, la educación y elección de la carrera, el matrimonio e hijos, el futuro servicio en la Iglesia y, lo más importante, en qué clase de persona se convertirían y como continuarían desarrollándose como discípulos de Jesucristo.
No hay ningún ex misionero para quien sea demasiado tarde considerar las lecciones obtenidas por medio de un servicio fiel y aplicarlas con más diligencia. Al hacerlo, sentiremos la influencia del Espíritu más plenamente en nuestra vida, nuestra familia se fortalecerá y nos acercaremos más a nuestro Salvador y al Padre Celestial. En una conferencia general anterior, el élder L. Tom Perry extendió esta invitación: “Hago un llamado a ustedes, ex misioneros, para que redediquen su vida, para que renueven su deseo y espíritu del servicio misional. Les llamo para que tengan la apariencia de un siervo, para que sean un siervo y para que actúen como un siervo de nuestro Padre Celestial… Deseo prometerles que hay grandes bendiciones reservadas para ustedes si continúan adelante con el celo que una vez poseyeron como misioneros de tiempo completo” (véase “El ex misionero”, Liahona, enero de 2002, págs. 88-89).
Ahora, a los jóvenes que aún tienen que servir en una misión de tiempo completo, comparto el consejo del presidente Monson de octubre del año pasado: “Repito lo que los profetas han enseñado por mucho tiempo: que todo joven digno y capaz debe prepararse para servir en una misión. El servicio misional es un deber del sacerdocio, una obligación que el Señor espera de nosotros a quienes se nos ha dado tanto” (“Al encontrarnos reunidos de nuevo”, Liahona, noviembre 2010, pág. 5).
Al igual que con los misioneros del pasado y presente, el Señor te conoce y tiene una experiencia misional preparada para ti. Él conoce a tu presidente de misión y a su maravillosa esposa, quien te amará como si fueras uno de sus propios hijos y buscará inspiración y guía a tu favor. Él conoce a cada uno de tus compañeros y lo que aprenderás de ellos. Él conoce cada área en la que trabajarás, a los miembros que conocerás, a la gente que enseñarás y las vidas en las que impactarás por la eternidad.
Por medio de tu dedicado servicio y sacrificio voluntario, tu misión se convertirá en tierra santa para ti. Serás testigo del milagro de la conversión a medida que el Espíritu obre por tu intermedio para conmover los corazones de aquellos a quienes enseñes.
Al prepararse para prestar servicio hay mucho por hacer. Para llegar a ser un siervo eficaz del Señor, se necesitará algo más que ser apartado, colocarse una placa con el nombre o entrar en un centro de capacitación misional. Es un proceso que comienza mucho antes de que te llamen “élder”.
Llega a tu misión con tu propio testimonio del Libro de Mormón, que se obtiene por medio del estudio y la oración. “El Libro de Mormón es una evidencia potente de la divinidad de Cristo. También es una prueba de la Restauración a través del profeta José Smith. Como misionero, debes primero tener un testimonio personal de que el Libro de Mormón es verdadero. Ese testimonio del Espíritu Santo debe ser el foco principal de tu enseñanza” (véase Predicad Mi Evangelio: Una guía para el servicio misional, 2004, págs. 103, 108).
Llega a tu misión siendo digno de la compañía del Espíritu Santo. En las palabras del presidente Ezra Taft Benson: “El Espíritu es el elemento más importante en esta obra. Cuando el Espíritu magnifica su llamamiento, usted puede realizar milagros para el Señor en el campo misional. Si no cuenta con el Espíritu, nunca tendrá éxito, sin importar cuánto talento y habilidad tenga” (en Predicad Mi Evangelio, pág. 176).
Llega a tu misión listo para trabajar.
“Tu éxito como misionero dependerá principalmente de tu dedicación para encontrar, enseñar, bautizar y confirmar”. Se espera que trabajes con “eficacia todos los días y hagas tu mejor esfuerzo para traer almas a Cristo”(véase Predicad Mi Evangelio, pág. 10).
Repito la invitación que dio el élder M. Russell Ballard a un grupo anterior de jóvenes que se preparaban para servir: “Acudimos nosotros a ustedes, mis jóvenes hermanos del Sacerdocio Aarónico. Los necesitamos. Al igual que los 2.000 jóvenes guerreros de Helamán, ustedes también son hijos espirituales de Dios, y pueden ser investidos con poder para edificar y defender Su reino. Necesitamos que hagan convenios sagrados, así como ellos lo hicieron. Necesitamos que sean meticulosamente obedientes y fieles, tal como ellos lo fueron” (“La generación más grandiosa de misioneros”, Liahona, noviembre de 2002, pág. 47).
Al aceptar esta invitación, aprenderás una gran lección, así como el élder Misiego y todos los que hayan servido, regresado y dedicado de manera fiel. Aprenderás que las palabras de nuestro profeta, el presidente Thomas S. Monson, son verdaderas: “La oportunidad misional es de ustedes, para toda la vida. Las bendiciones de la eternidad les aguardan. Tienen el privilegio de no ser espectadores sino participantes en el escenario del servicio del sacerdocio” (Liahona, julio 1995, pág. 55). Y testifico que esto es verdad en el nombre de Jesucristo. Amén.

Para llegar a ser un buen misionero

Para llegar a ser un buen misionero


Hace un mes que tengo en mi poder, una carpeta de color celeste con letras negras en la parte frontal que se titula “CARPETA MISIONAL”. El día que mi obispo me la dio, el puso algunas metas al dorso que me he esforzado por cumplir. Siempre he querido ser misionera, a veces creo que mi primera palabra no fue papá o mamá sino misión! Sin embargo no fue sino hasta el año pasado que yo tomé muy enserio esta cuestión de la misión y emprendí una ardua investigación acerca de las cosas que podía hacer para ir preparándome para las mejores 18 meses de mi vida (ya que las chicas solo servimos por un año y medio). Encontré muchos artículos en liahonas y algunos otros manuales. También las escrituras fueron de mucha ayuda por supuesto. Pero hoy quiero compartir con ustedes un artículo que encontré en una liahona de Oct del 2001 y que en lo personal a mi me encantó! Son cosas sencillas que podemos hacer día a día pero que nos ayudan muchísimo.
Aquí les dejo:

¿Cómo puedo prepararme para ser el mejor misionero que puedo llegar a ser?



Aquí tienes consejos de misioneros que actualmente están en la misión y de otros lectores:

• Ora todos los días. Pídele a nuestro Padre Celestial que te ayude a prepararte.

• El Señor necesita misioneros dignos. Vive los mandamientos todos los días.

• Asiste a seminario e instituto y pon atención.

• Lee las Escrituras todos los días, especialmente el Libro de Mormón. Aplica la promesa que se encuentra en Moroni 10:3–5.

• Aprende a ser responsable, magnificando cualquier llamamiento o asignación que recibas (véase D. y C. 88:80). Por ejemplo, la orientación familiar es una excelente manera de aprender a desarrollar relaciones de confianza con otras personas.

• Asiste al templo tan a menudo como te sea posible.

• Pasa el mayor tiempo posible con tu familia; los vas a echar de menos mientras estés fuera de casa. Participa en las oraciones familiares, noches de hogar y otras actividades

familiares.

• Durante las noches de hogar, participa enseñando a tu familia, usando las Escrituras y las charlas misionales.

• Asiste a la iglesia todos los domingos y participa del espíritu que hay allí.

• Recibe tu bendición patriarcal. Si ya la tienes, repásala con frecuencia.

• Practica conocer a nuevas personas y ser amistoso.

• La misión es rigurosa, por lo que es bueno que te esfuerces por estar en buena condición física.

• Comienza a ahorrar ahora mismo. Guarda dinero para la misión cuando te sea posible.

• Trabaja con los misioneros regulares y con los líderes misionales del barrio o la rama.

• Ayuda a los misioneros regulares con sus charlas y observa cómo las enseñan.

• Practica enseñando las charlas a tus amigos.

• Asiste a los servicios bautismales del barrio o la rama.

• Comparte tu testimonio cada vez que tengas la oportunidad.

• Invita a amigos que no sean miembros de la Iglesia a reuniones o a actividades.

• Asiste a una clase de preparación misional.

• Memoriza los Artículos de Fe.
Y lo que es más importante, habla con tu obispo obispo o presidente de rama al respecto, coméntale tus puntos débiles, las cosas en las que crees que debes mejorar, exprésale tus deseos de llevar a cabo cambios en tu vida que te permitan ser un mejor misionero y el sabrá guiarte. Yo lo hago todo el tiempo, cuando logro cumplir una meta que él me pone, yo le digo “Obispo creo que necesito ayuda con esto.” Entonces, con toda paciencia el me ayuda y anota todas mis metas, porque según él las cosas que no se dejan por escrito son más difíciles de lograr.

Tomado del blog "Bitacora de una chica SUD"

La misión es algo que siempre recordarán con cariño.

La misión es algo que siempre recordarán con cariño. Vale la pena cualquier sacrificio que sea necesario hacer.

élder David B. Haight del Quórum de los Doce Apóstoles.

La meta máxima de la obra misional en la Iglesia es invitar a todos los habitantes de la tierra a venir a Cristo. Seis mil millones de personas de todo el mundo esperan escuchar el mensaje del Evangelio restaurado. Nosotros somos las personas bendecidas con el
encargo y la responsabilidad de llevar esta invitación y este mensaje.
Cada semana, el Departamento Misional de la Iglesia en Salt Lake City recibe unas ochocientas recomendaciones para el servicio misional. Estas recomendaciones indican la fe y la obediencia de hombres y mujeres jóvenes del mundo entero, en respuesta a la declaración de responsabilidad del Señor.
No mucho después de que el presidente de estaca o de misión recomienda a un candidato para la misión, la tan esperada carta —el llamamiento misional— llega por correo.
En el paquete se incluye una hoja que al principio puede pasar desapercibida. Es un formulario, el formulario de Aceptación del Llamamiento Misional. Es una carta personal en la que el misionero, dirigiéndose a la Primera Presidencia, acepta formalmente su llamamiento.
El formulario se compone de 15 líneas donde el misionero expresa sus sentimientos en cuanto a la singular oportunidad de servir al Señor. Las cartas están, por lo general, escritas a mano, son breves y directas. Aun así, estas palabras dicen mucho y revelan un profundo sentido.
Tras cada una de ellas hay una historia de fe.
“Mi Salvador me ha bendecido más de lo que jamás me
habría imaginado. Él dio Su vida por mí. Lo menos que puedo
hacer es darle dos años de mi vida”.
Las cartas a menudo contienen expresiones de fe en el Salvador y de gratitud por Su sacrificio. El profeta José Smith escribió: “Es la fe, y sólo la fe, la causa impulsora de toda acción” (Lectures on Faith, 1985, págs. 1–2). La fe, para que sea fe salvadora, debe centrarse en Cristo e impulsarlo a uno a obedecerle y a seguir Su ejemplo. Al aceptar el llamado al servicio, el misionero expresa suficiente fe para actuar basándose en sus propias creencias.
Las bendiciones inevitablemente vendrán como producto de este servicio como tantos ex misioneros pueden testificar. La fe en el Salvador se convierte en un ancla para el alma.
“No puedo expresar la felicidad y el gozo que siento al
aceptar este llamamiento. Estoy listo y dispuesto a dedicar dos
años de mi vida a la predicación del Evangelio”.
Muchos misioneros declaran en las cartas de aceptación: “Acepto mi llamamiento con gratitud”. Pero me pregunto cuántos misioneros se dan cuenta de lo que significa la palabra aceptar. Significa recibir voluntariamente algo que se da u ofrece; responder favorablemente; considerar correcto o apropiado. También significa ser aceptado en un grupo o comunidad. En el contexto del Evangelio, implica sumisión a la voluntad del Señor
y la disposición de seguir al profeta, que extiende el llamamiento. El “llamamiento” misional es el de servir al Señor con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza. La “asignación” misional es la de servir en el campo asignado. La carta de aceptación es símbolo de la disposición de aceptar que tanto el llamamiento como la asignación misional son la voluntad del Señor.
“Mi preparación para la misión ha sido una larga lucha.
Después de decidir ir a la misión, me llevó casi un año y medio
vencer problemas de conducta”.
Algunas cartas describen largos periodos de arrepentimiento, como la experiencia de lma, en que lo “agobiaba [el] tormento” y lo “atribulaba el recuerdo de [sus] muchos pecados” (Alma 36:17). Felizmente también hablan de lo “intens[o]” y lo “dulce” del gozo que viene por medio del arrepentimiento y del perdón (véase Alma 36:21).
El Señor manda que Sus misioneros sean limpios:
“Purificad vuestro corazón delante de mí, y entonces id por todo el mundo y predicad mi evangelio a toda criatura que no lo haya recibido” (D. y C. 112:28). El poder sagrado
disponible para “el que es ordenado por Dios y enviado” puede ejercerlo sólo quien es “purificado y limpiado de todo pecado” (véase D. y C. 50:26–28).
La Primera Presidencia ha declarado: “El servicio misional regular es un privilegio para aquellos que sean llamados por inspiración por el Presidente de la Iglesia, no un derecho. El servicio misional es literalmente servicio al Señor y a Su Iglesia, y su objetivo principal no es el desarrollo personal del misionero en forma individual, aun cuando el servir rectamente produce invariablemente ese resultado” (Carta, 12 de diciembre de 2000). Los líderes del sacerdocio tienen pautas específicas para asegurarse de que los misioneros estén espiritual, física, emocional y moralmente preparados para servir. Es un perjuicio para el Señor, para la Iglesia y para los futuros misioneros extender un llamamiento a quien no cumple con los requisitos.
Apreciamos a los muchos jóvenes y señoritas que viven dignos del llamamiento misional. Estamos profundamente agradecidos por quienes se arrepienten y participan del dulce gozo de la Expiación. Animamos a quienes no pueden servir debido a motivos físicos, emocionales u otros, a que busquen modos diferentes de servir, como lo puedan sugerir los padres y líderes de la Iglesia.
“La decisión de ir a la misión no fue fácil. Mi pasión por
el béisbol la hizo muy difícil”.
Numerosas cartas de aceptación denotan sacrificio. El joven a quien se cita anteriormente estaba bien encaminado en su sueño de jugar béisbol en la universidad, para luego, tal vez, disfrutar de una carrera en el béisbol profesional. Después de pensar y orar al respecto, la respuesta fue certera: debía servir al Señor. Una vez tomada la decisión, las prioridades en su vida fueron claras. El profeta José Smith declaró: “Es por medio del sacrificio de todo lo terrenal que los hombres realmente saben que están haciendo las cosas que complacen a Dios” (Lectures on Faith, pág. 69). La idea de renunciar a algo que atesoramos puede ser difícil y hasta dolorosa. Pero el Señor compensa generosamente cualquier sacrificio.
Los futuros misioneros hablan de dejar un preciado automóvil, la novia, la música, un trabajo lucrativo y muchas otras cosas; pero demasiados de ellos permiten que esos tesoros terrenales los cieguen ante las oportunidades espirituales y los desvíen de su misión preordenada. Por otro lado, continuamente nos sentimos sorprendidos y llenos de satisfacción por quienes lo dejan todo por servir al Señor.
“Hace sólo dos años, no tenía ningún propósito en la vida.
Al caminar por la calle temía que la gente me preguntara
quién era yo. Un día, dos misioneros me ayudaron a encontrar
el amor de Cristo. Encontraré gente que sienta lo mismo
que yo sentía y les mostraré el propósito de la vida”.
Mormón escribió: “El amor perfecto desecha todo temor” (Moroni 8:16). Cuando los futuros misioneros aprenden sobre el propósito de la vida y el amor del Señor, cobran valor para actuar a pesar de los temores. Al hacerlo, aprenden que los temores eran sólo un espejismo, la creación de su propia mente. El Señor, en repetidas oportunidades, asegura a los misioneros que Él les dará la fortaleza para tener éxito a pesar de los obstáculos. “El que tiemble bajo mi poder será fortalecido, y dará frutos de alabanza y sabiduría” (D. y C. 52:17). El presidente Harold B. Lee (1899–1973) a menudo declaraba: “A quien el Señor llama, el Señor prepara y capacita”.
Un joven le habló a su obispo en cuanto a su temor de no poder aprender las charlas y de no poder enseñar el Evangelio. Se percibía a sí mismo como un pobre representante del Señor. Moisés, Jeremías, Enoc y otros, tenían sentimientos de ineptitud en cuanto a su llamamiento, pero el Señor les prometió que los fortalecería y les diría lo que debían decir (véase Éxodo 4:11–12; Jeremías 1:7–9; Moisés 6:32–34). Los misioneros de hoy en día reciben la misma promesa si vencen su temor y abren la boca. “Alzad vuestra voz a este pueblo; expresad los pensamientos que pondré en vuestro corazón, y no seréis confundidos delante de los hombres; porque os será dado en la hora, sí, en el momento preciso, lo que habéis de decir” (D. y C. 100:5–6). El presidente Spencer W. Kimball (1895–1985) dijo: “Hay una aventura espiritual en el cumplimiento de la obra misional” (“‘It Becometh Every Man’”, Ensign, octubre de 1977, pág. 7). El embarcarse en una misión, como muchos saben, implica muchas de las mismas emociones que el embarcarse en algunas aventuras fuertes: entusiasmo, algo de ansiedad, y tal vez algo de temor. En la obra misional, damos un paso hacia lo desconocido. Tal vez vayamos a países extranjeros con una cultura diferente. Se requiere que vivamos continuamente con un compañero a quien no hemos conocido antes. Y la esencia de la obra misional es conocer a nuevas personas y hablar con ellas, dándoles testimonio de cosas maravillosas que puede que consideren extrañas. Al proclamar nuestras creencias públicamente, nos arriesgamos al ridículo y al desprecio. Tal es la naturaleza de la aventura, y como con muchas otras venturas, hablaremos con cariño sobre ella por el resto de la vida. Las cartas de Aceptación del Llamamiento Misional revelan una abundancia de espiritualidad y de fe. Mi propia fe se ve continuamente fortalecida por quienes aceptan el llamamiento de servir a Dios, por quienes permiten que su amor por el Señor supere sus temores y por quienes se someten voluntariamente al llamado de nuestro profeta viviente. Siempre ruego que todo joven que reúna los requisitos y que toda señorita que así lo desee pueda experimentar la maravillosa aventura de la misión.

Cómo prepararse para ser un buen misionero


Cómo prepararse para ser un buen misionero



“Cómo prepararse para ser un buen misionero,” Liahona, Mar 2007, 10
Las revistas de la Iglesia preguntaron al élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles, cómo podrían prepararse los jóvenes para servir en una misión de tiempo completo y las bendiciones que les reportaría ese servicio.

¿Por qué la Iglesia pide a todo hombre joven digno que sirva en una misión?

El Señor no ha dado mayor encargo a Su pueblo que el de compartir el Evangelio con los hijos de nuestro Padre Celestial. Los misioneros sacan a la gente de las tinieblas del mundo y la conducen a la seguridad y luz del Evangelio de Jesucristo. Buscar, enseñar, bautizar y confirmar a alguien que nunca haya prestado mucha atención a Dios, a Cristo ni a Su gran sacrificio expiatorio es uno de los mayores servicios que puede rendir un poseedor del sacerdocio.
Nosotros conocemos el propósito de la vida, pero el resto del mundo no. Sobre los hombros de cada joven reposa el prepararse para declarar este mensaje al mundo. Es una obra emocionante.

¿Y qué hay de las jóvenes? ¿Qué responsabilidad tienen ellas?

Servir en una misión de tiempo completo es algo totalmente adecuado para una joven si eso es lo que ella desea hacer y es digna. Poseer el sacerdocio implica para el joven la obligación de llevar al mundo el mensaje de la Restauración. Se invita a las hermanas a participar en la obra misional atendiendo a sus circunstancias. Si tuvieran expectativas de matrimonio, ése es un llamamiento mayor; sin embargo, las jóvenes que se encuentran en condiciones de servir llegan a ser grandes misioneras. Son buenas maestras, muestran empatía y se relacionan muy bien con las mujeres. No creo que exista en el mundo una misión con un presidente que no se sienta encantado de tener más misioneras.

¿Cuál es para un joven o una jovencita la mejor manera de prepararse para la misión?

La actitud es la clave. Los jóvenes deben comprometerse a una temprana edad a la idea de la misión. De ese modo, al crecer y comenzar a encarar algunas de las tentaciones del mundo, éstas tendrán menos posibilidades de penetrar en sus corazones y mentes. Resistirán las tentaciones porque se centran en llegar a ser siervos del Señor. También ayuda el vivir en un hogar en el que se comparte el Evangelio. El espíritu misional se produce en aquel hogar donde los padres y los hijos comparten el Evangelio unos con otros.
A los nuevos misioneros les digo que precisan comprender que los 18 o los 24 meses que sirven en la misión no les pertenecen, sino que ese tiempo le corresponde al Señor. Ellos van a dedicar sus talentos y habilidades a tiempo completo a la edificación de Su reino. Cuando el misionero piensa así, no tiene problema alguno para seguir las reglas de la misión; no se resiste a la instrucción de su presidente de misión, a las pautas de Predicad Mi Evangelio ni al consejo de las Autoridades Generales. Antes bien acepta ese consejo porque no desea malgastar ni un minuto del tiempo del Señor.

¿Qué más pueden hacer los futuros misioneros para prepararse?

Necesitan comprender la doctrina y saber cómo compartirla. No se puede sacar agua de un balde vacío. Cuando los misioneros conocen el Evangelio y saben cómo enseñarlo, ya no quieren hacer nada más; saben que pueden enseñar a cualquier persona, en cualquier parte, en cualquier momento y en cualquier circunstancia empleando sus propias palabras respaldadas por el poder del Espíritu. Tienen confianza en sí mismos y una fortaleza interior. En este tipo de preparación hay un gran poder.
Por ese motivo, insto a todo joven y a toda jovencita a familiarizarse con Predicad Mi Evangelio. Los jóvenes tienen la obligación de ilustrarse, de entender por sí mismos las doctrinas de la Restauración. Esa preparación es tan importante para un muchacho como para una jovencita. Tanto si la joven se casa como si sirve en una misión de tiempo completo, el Evangelio debe servirle de guía en su diario vivir.
Los jóvenes precisan conocer el interior de la obra misional, pudiendo llegar a serles útil, donde sea posible, el ayudar a los misioneros y así paladear un poco de la obra.
También recomiendo a los jóvenes que estudien y sigan las pautas que se encuentran en Para la fortaleza de la juventud. Los misioneros deben ser moralmente limpios y estar espiritualmente preparados. Si viven los principios de Para la fortaleza de la juventud, estarán preparados espiritualmente para ser grandes misioneros.

¿Qué nos puede decir de la preparación física, económica y emocional?

Los misioneros deben ser autosuficientes. Los jóvenes necesitan aprender a cuidar de sí mismos y a no depender de sus padres.
Tienen que ser capaces de hacer frente a las exigencias físicas de la obra misional. Deben controlarse el peso y estar físicamente en forma. La rutina diaria del misionero incluye un programa de media hora de ejercicio, ya que tonificar el cuerpo aumenta la capacidad mental.
Los futuros misioneros necesitan aprender a trabajar. Deben tener un empleo y ahorrar dinero para la misión. Todo presidente de misión estaría de acuerdo conmigo en que el misionero que haya trabajado, ahorrado y contribuido a pagar parte o la totalidad de la misión es un misionero mejor preparado. Trabajar y ahorrar para la misión genera entusiasmo por servir y concede al joven o a la jovencita una buena ética de trabajo. ¡Independientemente de otros aspectos de la obra misional, aquí hay que trabajar!
Trabajar para servir en una misión y ser responsables de su propia vida contribuye al bienestar emocional de los jóvenes, pues en su interior saben que pueden tener éxito sin importar a dónde se les envíe o cuáles sean las circunstancias. Saben que son lo bastante fuertes para desenvolverse en un mundo cada vez menos interesado en las cosas de Dios. Necesitamos misioneros con ese tipo de convicción.

¿Cuál es su opinión respecto a aprender un segundo idioma?

En la mayoría de las escuelas de educación secundaria, es obligatorio aprender un segundo idioma y los alumnos deben esforzarse por hacerlo. Ahora bien, tal vez aprendan francés y luego vayan a la misión a Taiwán, pero no importa. Lo que verdaderamente importa es la disciplina que se adquiere al aprender cómo aprender. Si han aprendido una segunda lengua, les resultará más fácil aprender el idioma de las personas de la misión a la que sean llamados.

¿Cómo se decide ese llamamiento?

En primer lugar, el obispo o presidente de rama entrevista al joven o a la jovencita y hace una recomendación. Luego, el presidente de estaca o de misión entrevista a la persona. La mayoría de las solicitudes misionales se envían por medios electrónicos a las Oficinas Generales de la Iglesia junto con una foto. Cuando llega la solicitud, un miembro del Quórum de los Doce Apóstoles observa la foto y examina la actitud del futuro misionero según lo que hayan escrito sus líderes locales, sus calificaciones académicas y cualquier disposición manifiesta a aprender un idioma. El apóstol también considera las necesidades de las 344 misiones que hay en el mundo y luego recibe la impresión espiritual de dónde debe servir el misionero. Todo eso se hace bajo la dirección del Presidente de la Iglesia, y el llamamiento procede de él.

¿Por qué a algunos misioneros se les llama a servir en sus propios países?

Déjame asegurarte que los llamamientos son una cuestión de revelación, por lo que los misioneros sirven allí donde desea el Señor. Toda misión necesita misioneros buenos y capaces. Por ejemplo, supongamos que hay un joven, un líder escolar, que vive en Virginia, en los Estados Unidos. Abre su llamamiento y se queda boquiabierto al ver que se le llama a servir en Salt Lake City. Sin embargo, no pasa mucho tiempo allí antes de que sepa por qué el Señor lo llamó a servir en ese lugar.

¿Qué les diría a aquellos jóvenes que, por diversas razones, no creen reunir los requisitos para servir en una misión?

En 2002 elevamos el nivel de las normas del servicio misional; ello supone que, para ser un misionero digno, los jóvenes desde temprana edad deben comprender y vivir los requisitospara ser un misionero digno. Deben evitar las tentaciones del mundo. Claro que es posible arrepentirse, y el arrepentimiento supone una gran bendición, pero los que tropiezan deben llevar a cabo un arrepentimiento real y completo, y eso puede llevar tiempo. Puede llegar incluso a necesitarse la aprobación de la Primera Presidencia antes de poder servir. Elevar nivel de las normas no excluye a nadie, pero sí requiere de un arrepentimiento más exhaustivo y, en ocasiones, muy difícil. ¡Suplico a los jóvenes que no tengan que pasar por ello! Manténganse dignos de servir.
Tal vez haya algunos jóvenes que se consideren indignos o incapaces de servir a pesar de lo que les diga su obispo o presidente de rama; pero he aquí la realidad: los líderes del sacerdocio poseen las llaves para avalar. Si los líderes del sacerdocio indican que una persona es digna y es llamada, dicha persona debe ejercer fe en ese llamamiento y servir al Señor con plena confianza en que es digna y capaz.

¿Cómo recibe el misionero el poder espiritual que precisa para tener éxito?

Cuando llegan al campo, los misioneros suelen carecer de confianza en sí mismos, así que los ponemos con buenos compañeros que les enseñan cómo se lleva a cabo la obra misional. En pocos meses rebosan del Espíritu; están repletos del gozo que se recibe al llevar almas a Cristo. Entienden que están ayudando a nuestro Padre Celestial y al Salvador en la gran obra de redención. Cuando se dan cuenta de ello, son imparables.
Ese poder es fruto de la obediencia, la dedicación, el trabajo duro y el entusiasmo. Si no son obedientes, si no trabajan con denuedo dando lo mejor de sí cada día, no tendrán el mismo impacto que aquellos que irradian el espíritu del Evangelio.
¿Saben qué?, a menudo pregunto a nuevos conversos por la primera vez que supieron que la Iglesia es verdadera y no es infrecuente que respondan: “Supe que la Iglesia es verdadera mientras me enseñaban los élderes o las hermanas y percibí el poder de su creencia y vi el resplandor de sus rostros”. Si uno no está activa y anhelosamente consagrado a la obra, el Espíritu no le conferirá a su servicio misional el poder que tendría si así estuviese.

¿Qué bendiciones se reciben al servir en una misión?

Los misioneros dedicados que dan lo mejor de sí mismos aprenden lecciones tan importantes o puede que más importantes que cualquier cosa que aprendan en la universidad. Les daré un ejemplo. Los misioneros aprenden a tratar a las personas, a conversar con ellas y a ayudarlas. Tanto si van a ser médicos, abogados, comerciantes o cualquier otra cosa, la capacidad para relacionarse con otras personas puede ser lo que determine el éxito en una profesión.
Una segunda gran bendición es que los misioneros permanecen doctrinalmente anclados en la realidad de la Expiación, con lo que desarrollan un amor y una devoción por el Señor Jesucristo que supondrá una gran bendición para ellos y sus familias en esta vida y en la eternidad. Las experiencias de aprendizaje más significativas que podemos tener se producen al enseñar a los demás. Y eso es lo que hacen los misioneros: interiorizan la doctrina, la realidad de la Expiación, y eso supone una bendición en todas sus futuras asignaciones en la Iglesia.
Otra gran bendición es que a medida que los misioneros se dedican a rescatar y a llevar a la luz del Evangelio a familias que vagan por las tinieblas, se dan cuenta de lo que no desean en su propia vida. La experiencia les aclara los valores a los que desean ceñirse, el tipo de familia que desean tener, la manera de educar a sus hijos y las metas que necesitan para obtener las bendiciones prometidas del templo. La misión es la mejor institución educativa del mundo.
Como ustedes saben, el presidente Gordon B. Hinckley ha dicho en numerosas ocasiones que su misión constituye el cimiento de su vida de servicio. Él reconoce que la misión le puso en la dirección que le llevó a dirigir la Iglesia, y creo que estarán de acuerdo en que lo está haciendo magníficamente bien.
La Iglesia se encuentra en una etapa de su historia en la que los jóvenes y las jovencitas de todo el mundo necesitan dar el paso y servir en una misión. No pueden suponer que ya hay suficientes jóvenes en los Estados Unidos para hacer todo lo que el Señor necesita. Él necesita que los jóvenes de todos los lugares donde la Iglesia esté organizada se preparen para llevarle almas. Al obrar así, bendecirán a toda la tierra y traerán eternamente sobre sí y sobre sus familias las bendiciones del cielo.

¿Y si no puedes servir a tiempo completo?

Los jóvenes con limitaciones mentales, emocionales o físicas graves están eximidos del servicio misional a tiempo completo y no deberían sentirse culpables por ello. Son tan preciados e importantes para la Iglesia como si fueran capaces de ir al campo misional.
Pero si bien no sirven a tiempo completo, pueden aprovechar cada oportunidad que se les presente de buscar a personas y ayudarles a unirse a la Iglesia. Pueden ser miembros misioneros en la universidad, en el trabajo o en sus lugares de residencia. Deben seguir adelante, tener una vida maravillosa y plena y contribuir a la edificación del reino dondequiera que se encuentren. No todos los Apóstoles que sirven en la actualidad pudieron servir en una misión de tiempo completo cuando eran jóvenes, ya que algunos tuvieron que servir en el ejército; pero todos han hecho obra misional y han traído gente a la Iglesia.
Se alienta a los líderes del sacerdocio a ayudar a todo joven fiel y recto a brindar servicio. Por ejemplo, pueden ayudar al obispo como misioneros de barrio o trabajar en el almacén del obispo. Si viven cerca de un templo, podrán disfrutar de numerosas ocasiones de servir allí. Los líderes del sacerdocio sólo deben pensar en cómo hacerlo y luego dar el paso.
Élder M. Russell Ballard, del Quórum de los Doce Apóstoles.

Sistema en línea de Recomendación Misional

Sistema en línea de Recomendación Misional


Esta es una herramienta que la Iglesia a puesto a nuestro alcance pata que podamos llenar nuestros papeles y enviarlos vía online!!!!!
Que ventajas tiene??
Pues bien, cuando tu obispo te entrega la carpeta y tu la llenas a mano, esos datos deben ser enviados al área para ser digitalizados. Con este Sistema, nos salteamos unos dos pasos, el de entrega (ten en la diferencia de tiempo entre dar un click y que estén en las oficinas del Área y el tiempo que le lleva llegar por correo, dependiendo de la distancia) y el de la digitalización, alivianando además la tarea de los oficinistas y evitando muchos errores.
En este punto quiero contarles una anécdota un poco cómica para que entiendan un poco más el problema de escribir a mano. Un amigo, que felizmente cumplió un añito en la misión Mexico, Cuernavaca, hizo de la forma clásica sus papeles: a mano. El nombre de mi amigo es Santiago Ramón Álvarez, pero Ramón no es su segundo nombre, sino su primer apellido. Los oficinistas interpretaron mal y para cuando mi amigo llegó a la misión su placa decía Elder Álvarez, en vez de Elder Ramón, como debía ser.
Muy bien, digamos que de esta forma tu apellido estará bien escrito cuando llegue.
Otra ventaja es que el programa “te avisa” cuando algún formulario o dato está incompleto. Cuando entras en él, hay una lista de formularios que debes ir llenando y otros imprimiendo (los que debes entregar a tu médico), una vez que los llenas, si es que en éste falta algún dato, a la izquierda aparecerá una casilla tildada de un verde transparente, mientras que si está completo aparece de un color verde sólido. Solo te permitirán mandar la recomendación, cuando todos estén tildados de verde sólido. De esa forma te aseguras de que no omitiste nada que pueda retrasar tu llamamiento.
Tercer ventaja y con esta me retiro (las demás las descubrirán ustedes a medida que vayan utilizando el programa), tu obispo en su cuenta sabe exactamente que has hecho y que no, de esa forma podrá ayudarte mucho mejor con lo que te falta por hacer, orientarte y darte ánimo si lo necesitas!! Además no solo sabe lo que está pasando con tus papeles antes que los envíes (que áreas están completas cuales no y cuando lo envías) sino que sabrá el camino que están recorriendo tus papeles hasta que llegue el esperado sobre blanco a tus manos) es decir, que cuando los papeles salgan de Salt Lake City hacia ti, él lo sabrá y de esa manera tu espera no será tan insoportable!!!
Ahora si quieres acceder a este sistema lo primero que tienes que hacer es una cuenta de usuario lds, no solo tu, sino también tu obispo y tu presidente de estaca o distrito. luego que tu y tu obispo tienen sus cuentas, él debe recomendarte como misionero para que así tu puedas tener acceso al sistema
La cuenta la puedes hacer desde aquí (necesitaras tu número de cédula de miembro):
Puedes obtener instrucciones de cómo utilizar el sitio y también tu obispo y presidente de estaca desde la siguiente dirección:
E ingresar al sistema desde aquí:
Mucha suerte futuros misioneros!!!!!!!

“¿Debe todo joven digno servir en una misión?

 

Elder Rubén L. Spitale De los Setenta
“¿Debe todo joven digno servir en una misión? La respuesta del Señor es: “Sí”. Y los que no estén preparados todavía, deben prepararse.”
A los pocos meses de haberme bautizado en la Iglesia, un joven que acababa de regresar de su misión dio su testimonio en la reunión sacramental. Miró a todos los jóvenes que estábamos allí sentados y dijo: “Veo que hay varios que podrían estar preparándose para servir una misión”. Yo pensé: “Jamás voy a ser misionero”. Siguió transcurriendo el año y en el mes de diciembre se llevó a cabo un servicio devocional presidido por la presidencia de estaca, acompañados por el presidente de la misión. No entiendo bien lo que ocurrió allí, pero al salir de la reunión sabía que tenía que servir en una misión.

¿Debe todo joven digno servir en una misión?
La respuesta del Señor es: “Sí”. Y los que no estén preparados todavía, deben prepararse. ¿Por qué debemos servir en una misión? La respuesta la da el Salvador a través de Sus Escrituras: “Porque, en verdad, la voz del Señor se dirige a todo hombre, y no hay quien escape; ni habrá ojo que no vea, ni oído que no oiga, ni corazón que no sea penetrado.
“Y la voz de amonestación irá a todo pueblo por boca de mis discípulos, a quienes he escogido en estos últimos días.
“E irán y no habrá quien los detenga, porque yo, el Señor, los he mandado.” (DyC 1: 2,4-5)
¿Hay gozo en la misión? Corría el año 1980; me encontraba en Santa Rosa, La Pampa. Caminábamos con mi compañero, llamando a las puertas de muchos hogares. De uno de ellos salió un hombre y nos atendió muy amablemente. Nos dijo que él no tenía interés, pero que tal vez, a su hija podría interesarle nuestro mensaje. Anotamos la dirección y continuamos nuestro camino.
Varios días después pasamos nuevamente frente a esa casa y le dije a mi compañero:
“¿Recuerda que aquí un hombre nos dijo que su hija podría tener interés en nuestro mensaje? ¿Quiere que pasemos?”
Volvimos, hablamos con ella y nos invitó a entrar en su casa. Le empezamos a enseñar el evangelio. Poco tiempo después ella se bautizó. Luego fui trasladado a otros lugares.
En una ocasión en que tuve que viajar a Bahía Blanca para asistir a una reunión de líderes de zona, llegamos a las oficinas de la misión. Al abrir la puerta, y para mi sorpresa, me encontré con la
hermana que habíamos enseñado en Santa Rosa.
“Hermana ¿Qué está haciendo aquí?”—le pregunté.
Ella me respondió: “Estoy esperando al presidente de la misión para que me aparte como misionera de tiempo completo”. No me había dado cuenta, pero ya había pasado un año desde su bautismo y se estaba yendo a la misión. Mi sorpresa y mi gozo fueron muy grandes.
Los años siguieron pasando y, en una ocasión, en que nos encontrábamos en el templo de Buenos Aires con mi esposa, de pronto vi una mujer en la recepción y le dije a mi esposa: “Ella es una de las hermanas que yo bauticé en la misión; vamos a saludarla.”
Después de más de veinte años volvía a verla; ahora en el templo, y otra vez, ¡qué gozo pude sentir!
El élder Le Grand Richards del Consejo de los Doce (1886-1983) contó lo siguiente en una ocasión:
“Escuché a un joven misionero en el Noroeste decir que él no aceptaría ni un millón de dólares a cambio de la experiencia de su misión. Yo estaba sentado detrás de él y me pregunté: “¿Aceptarías un millón de dólares por tu primera misión en la pequeña tierra de Holanda?” Comencé a contar la gente que yo había tenido el privilegio de conducir a la Iglesia, habiendo vivido como para ver a sus hijos e hijas, a sus nietos y ahora a sus bisnietos salir a sus misiones. ¿Qué tipo de hombre sería como para venderlos para que no estuvieran en la Iglesia por un millón de dólares? El hijo de uno de esos hombres por sí mismo ha dado lo suficiente por esta Iglesia; me compensa con creces por todo lo que yo he hecho.” (New Era, Mayo de 1980, pág. 33)
Me pregunté a mí mismo: ¿Yo aceptaría el millón de dólares? Por supuesto, la contestación fue la misma del joven.
El Señor nos ha mandado: “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 28: 19-20).
Queridos jóvenes que están en edad de servir misiones, y aun los matrimonios adultos que pueden cumplir varios tipos de misión, que el Señor les bendiga para que tomen la decisión apropiada y salgan. Jamás se arrepentirán de ello.
Quiero compartir con ustedes mi testimonio de estas cosas. Sé que nuestro Padre Celestial vive; nuestro Salvador Jesucristo también vive y Él pagó por cada uno de nuestros pecados; el Libro de Mormón es la palabra de Dios, José Smith vió al Padre y al Hijo en la Arboleda Sagrada y el Presidente Thomas S. Monson es nuestro Profeta para estos días.

Carta a un misionero


No se puede mostrar la imagen “http://www.usna.edu/LDSSA/images/Missionaries.jpg” porque contiene errores. CARTA A UN MISIONERO

Por Wilfredo C. Román

Esta carta fue escrita a un misionero que actualmente sirve en una de las misiones en Argentina.
Tomada de Liahona. Marzo 1979.
Querido hermano:
El tiempo para salir te ha llegado, y son muchas las cosas para hacer o decir. Ahora, tu mente está un poco confusa pensando en la ropa que tienes que guardar, las direcciones que anotar, las personas que se despiden, el nerviosismo del viaje; todo eso contribuye a que sea un tanto difícil mantenerse imperturbable. Quizás desearas estar mejor preparado, conocer más el Evangelio, saber las charlas con mayor seguridad; pero en todo eso, lo mas importante es tener el deseo de servir a Dios y de compartir las buenas nuevas con los escogidos.
Tan sólo en unos días más conocerás la obra más hermosa que pueda existir sobre la tierra; podemos obtener un título universitario; podemos ser reconocidos por el mundo, conseguir conocimientos científicos, lograr bienestar; hay muchas y variadas cosas en las que podemos estar activos; pero nada de ello supera a las experiencias ganadas en el campo misional, y éstas son privativas de todo aquel que haya sido misionero. No podemos estar completos si no somos misioneros y ésta es una responsabilidad de cada sacerdote de la iglesia.
Una misión es algo especial. Sentirás el gozo de ver bautizarse a quienes tú enseñaste, gozo al escucharles orar por primera vez, gozo al mostrarles el camino hacia la salvación y verles progresar en la iglesia. Sentirás seguridad al testificar que Dios vive y saber positivamente que El escucha nuestras oraciones. Sentirás el gozo de compartir tus horas con alguien que te apoya plenamente, a quien llegaras a amar sinceramente aun cuando no le hayas visto antes y tal vez nunca vuelvas a ver en esta tierra: “tu compañero”.
Sentirás tristeza cuando te cierren una puerta, cuando alguien no quiera saber más, cuando rechacen tu mensaje. Pero por tristes que sean esas cosas, y por preciadas otras, nada será comparable a ese tiempo en que vivirás sin preocupaciones, sólo compartiendo las verdades eternas con tus semejantes.
Nunca en tu vida tendrás igual privilegio y después de ese tiempo, nada será igual: sabrás con certeza profunda el valor de la oración, con certera convicción que Dios y Jesús viven, y entonces nada podrá cambiar tu nueva vida.
Esta empresa es la más maravillosa y valiosa que existe, a ella se pueden aplicar los pensamientos de “Un sueño imposible”: “…seguir tras una estrella, no importa cuan lejana esté, ni cuanto sacrificio cueste conseguirla…pelear con un enemigo invisible y aun cuando no le veamos saber que se podrá vencerlos…, y al fin de todo, aunque nuestro cuerpo esté llagado, nuestras fuerzas hayan acabado y nos quede el último aliento, estaremos seguros de conseguir lo que era imposible.”
“Porque, he aquí, el campo está blanco, listo para la siega; y he aquí, quien mete su hoz con su fuerza atesora para sí de modo que no perece, sino que obra la salvación de su alma.” (D. y C. 4:4.)
Lo que nosotros cosechamos es para nuestro galardón, y lo que dejemos de hacer también será para nuestra cuenta. “…el campo está blanco, listo para la siega…”
Podemos empezar a segar en cualquier lugar, y al sembrar preparamos la cosecha. Nuestra misión es un tiempo de prueba, es una vida corta, a semejanza de nuestra vida sobre la tierra; hay quienes son negligentes durante ese tiempo, y lo serán el resto de su vida; hay quienes aprenden a trabajar y nunca se les olvidará. Se aprende a tomar decisiones y esa capacidad durará toda la vida; aprenderás la humildad al orar y escuchar al Espíritu, cada cosa que hagas en tu misión se reflejará en tu futuro.
Será una época inolvidable, y aun cuando pasen los años recordarás con cariño aquello días en que no te importaron la lluvia ni el barro; no te importaron el frío del invierno, ni el calor del verano, sino que golpeabas las puertas buscando a los elegidos; y al caer la noche con los pies cansados, los zapatos sucios, la ropa empapada en sudor, o con la cara y las manos ateridas de frío, te arrodillaras ante Nuestro Dios y agradecerás por el nuevo contacto o la charla que enseñaron en la tarde; y entonces dormirás tranquilo, sabiendo que alguien vela tu descanso.
¿Y los que quedan en casa? Nos vamos y habrá ahí una silla vacía, un lecho sin ocupar, un silencio de nuestros pasos y de nuestra voz; no habrá por un tiempo otro domingo en que vallamos todos juntos a la iglesia ni otra noche de hogar con la familia completa; pero nuestras cartas contándoles lo que hacemos y lo felices que somos testificando que el evangelio está de nuevo en la tierra, reemplazarán en parte nuestra ausencia. Y no olvides que ellos esperan tus cartas alegres con tus logros; ¿puedes a caso estar triste, si trabajas en la obra del Señor?.
Ahora formas parte de un pacífico, pero fuerte ejercito, disperso sobre la tierra con el propósito de traer a cada persona al conocimiento de Cristo. ¿No es esto maravilloso? ¿no vale la pena cualquier sacrificio?.
Has sido llamado a “…dar buenas nuevas a los pobres…a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos…” (Lucas 4:18) Tu testimonio dará flores donde nadie pudo sembrar, dejará semillas que otros cosecharán y todo será para la gloria de Dios y para tu propia salvación.
El señor sabe que tienes talentos especiales; úsalos en bien de Su obra y El te bendecirá con una corona de luz y gloria.
No olvides doblar tu rodilla y con puro corazón volcar tus pensamientos y sentimientos al Señor; dondequiera que estés El estará a tu lado, nunca te abandonará si eres fiel a Sus mandamientos.

Que El te guíe y proteja. Con sincera amistad
Wilfredo
El hermano Wilfredo C. Román, pertenece al Barrio San Juan, de la Estaca de Mendoza, Argentina, y sirvió como misionero en la misión de Argentina Sur, entre los años 1969 y 1971.

martes, 23 de octubre de 2012

Discursos y Citas Sobre la Obra Misional


En el blog de preparacion para futuros misioneros http://es.mormonmissionprep.com
http://es.mormonmissionprep.com/lecturas-recomendadas/discursos-sud-sobre-la-obra-misional/   se recomiendan varios discursos y citas sobre la obra misional.

Ser Misionero Es un Privilegio Ser Llamado
Entrevista al Elder M Russel Ballard sobre el Exito Misional
Como Prepararse para ser un buen misionero?
Necesitamos Elevar el Nivel de los Misioneros  por el Elder L Tom Perry

Hinckley – Apacienta mis Ovejas

Cada Llamamiento es Inspirado


Cada llamamiento es Inspirado
A pesar de sus muchos pasos mecánicos que pasar por el proceso de llenar los papeles de la misión, es importante no perder el lugar de la espiritual: la preparación espiritual por el misionero y el espíritu de revelación en la emisión de la convocatoria de la misión. Aquí está lo que el Presidente Henry B. Eyring dijo acerca de la inspiración de cada llamada misional:
“He tenido [muchos] experiencias sentiendo el Espíritu Santo … Pero nunca me he sentido lo que he sentido como he … participado en la asignación de los misioneros … Gracias a la tecnología, es posible que tengamos la imagen y la información acerca de usted mostrado. Y rápidamente, en esa misma pantalla, se muestran todas las misiones de la Iglesia con todas sus necesidades. En cuestión de minutos, ya veces menos de un minuto, la impresión viene con tanta fuerza que sería, si se tratara de una sola instancia, algo que nunca olvidaría. ¿Te imaginas sentado durante horas, y esto suceda una y otra vez sin interrupción? Yo testifico que es real…[El Señor] de alguna manera no sólo te conoce, pero te ama lo suficiente para asegurar que su llamada es donde se necesita que vaya a enseñar a los hijos de nuestro Padre Celestial.” (Pres. Henry B. Eyring, “Llamado por Dios,” discurso pronunciado en el Centro de Capacitación Misional, el 26 de Aug., 1997).

Cierre Su Corazon con Llave

Cuando llegue a la casa de la misión en Santiago, República Dominicana en Octubre del 1992 me entregaron una carpeta con varias indicaciones y normas propias de la misión. Entre los discursos que contenía dicha carpeta se encontraba uno muy interesante, el cual lei durante toda mi misión y me sirvió de alerta y advertencia contra la trampa mas eficaz que el enemigo de Dios pone en contra de los misioneros. Este discurso dado por el Pte. Spencer W. Kimball se llama:  "Cierre Su Corazon con llave".  Lo reproduzco aquí porque vi muchos buenos jóvenes que desviaron su atención y se distrajeron así como hizo Corianton el hijo de Alma que desatendió su ministerio por asunto de castidad fueron infelices y lo han sido aun después de salir de la misión .



"CIERRE CON LLAVE SU CORAZÓN"
Por el Presidente Spencer W. Kimball
Con comentarios de Jorge E. Trujillo



Este discurso con comentarios está direccionado única y exclusivamente a los misioneros que sirvieron conmigo en la misión Cali en el periodo 2002-2005, la razón por la que hago los comentarios es porque muchos ahora son obispos y presidentes y considero que estas experiencias les serán útiles para aconsejar a sus jóvenes.

Estos comentarios fueron hechos por el Presidente Kimball (en aquel entonces como miembro del Consejo de los Doce) mientras estaba en un tour de la misión de Latinoamérica entre el año 1967 o 19681. Esto fue dicho a los misioneros de esa misión antes de ser entrevistados por el Presidente.
"Si existen problemas en la misión que podáis sacar a luz2 para que yo pueda ayudar a vuestro presidente y a vosotros, me encantaría hacerlo. Si hay situaciones que son difíciles, si hay problemas que son desconocidos, permitidme daros un ejemplo.
En una de las misiones encontré una situación mala. Uno o dos misioneros habían roto las reglas (como el Presidente. dijo esta mañana). Ellos empezaron por romper algunas reglas solamente3i. Todo lo que hicieron fue sólo ir a una cierta casa cada domingo por la noche para cenar. El Presidente no sabía nada acerca de eso. No fue muy serio; debían haber estado en su pensión4 estudiando. Pero esto fue una costumbre cada semana.
Después de un tiempo, esos misioneros estaban trayendo a otros y pronto estuvieron bailando los domingos por la noche algunos de ellos. Y entonces estuvieron flirteando un poco y entonces algunos empezaron a jugar naipes cada domingo por la noche. ¡Y entonces estaban bailando en lo oscuro con algunas de las hijas de los Santos!
La próxima cosa que sabemos que pasó, fue una excomunión.
Fui allá y todas las cosas quedaron claras. Supe que un chico estuvo a punto de ser excomulgado. Ciertamente había cerca de 18 misioneros5 en esa área que habían caminado como ovejas al borde del precipicio. Ellos no habían intentado6 hacer algo malo, sino que simplemente siguieron al líder. Habían ido a cenar allá, y se habían puesto a flirtear un poquito7.
Pero el caso es que había 18 misioneros que sabían que ese chico había ido demasiado lejos. Ellos sabían que él estaba besuqueando y acariciando a una chica, pero nunca dijeron nada.
Cuando los entrevisté, les pregunté: ¿Por qué no le dijeron al Presidente las cosas malas que estaban sucediendo?
Uno de ellos dijo: Pues, no me meto en asuntos ajenos8. Este élder puede hacer lo que le plazca - ¡Si él quiere arruinar su misión, para mí está bien, es su problema, es su misión! ¡Si él quiere arruinar su vida, es su decisión, es SU vida!9"
Y entonces les dije a estos élderes:" ¿Qué de sus misiones? ¿No es ésta su misión también?10 ¿No es ésta su iglesia también? ¿Van a permitir que una persona haga más daño del que ustedes pueden reparar?11 ¿Van a permitir que haya un misionero que arruine todo lo que ustedes hicieron acá?
Usted ha estado 20 meses acá, élder, y ha estado trabajando bastante duro y a veces usted, ha hecho una obra notable. ¿Va a permitir que un escándalo, un escándalo aquí, anule todo lo que usted ha hecho? ¿Va a permitir eso? ¿Está dispuesto a hacerlo?" El dijo: " Bueno, no lo había pensado así."
Bien, pues eso es lo que pasa, ¿no es así, élderes? ¡Esta es vuestra misión! ¡Esta es vuestra iglesia! Un escándalo en una comunidad aniquila toda vuestra obra, quizás la que todos juntos podríais hacer. El trabajo de dos años anulado por un escándalo en la comunidad. ¿Pensáis vosotros que tenéis lealtad? ¿Y dónde están vuestras lealtades? ¿Sois leales a vosotros mismos? ¿Sois leales a vuestros compañeros? ¿Estáis dispuestos a permitirle continuar y continuar hasta que caiga?
Cuando él fue excomulgado, fue un día triste para esa misión, porque él fue un buen joven y todos los misioneros le amaban, y algunos de ellos lloraban. !Sí, lo recuerdo! ¡Algunos de ellos estaban llorando! ¡Su hermano había sido excomulgado y enviado a casa en deshonra!
Y entonces les dije: élderes, ¿saben quién excomulgó a este chico? No fui yo; ni su Presidente; ni tampoco el tribunal de élderes. ¡Fueron ustedes! ¡Ustedes excomulgaron a su hermano!12 ¿Cómo? ¡Pues si ustedes hubieran ido hablarle al élder cuando estaba rompiendo las reglas diciéndole! ¡Élder, no vamos a hacer eso!, eso hubiera cambiado todo el problema. Todos nosotros perdemos espiritualidad cuando pasan cosas así.
Ahora, supongamos que él no hubiera hecho caso y ustedes le hubieran dicho otra vez: ¡Élder, usted no debe hacer eso! ¡No podemos estar haciendo ese tipo de cosas!
Y entonces supongamos que ustedes, hubieran ido por tercera vez13 y le hubiera dicho: ¡Élder, lo siento pero si usted no desiste voy a tener que decírselo al presidente de la misión, porque no voy a permitirle que se destruya a sí mismo!
¡Yo pienso demasiado en usted! ¡No voy a permitirle que destruya esta misión! ¡Yo pienso mucho en la misión! ¡No voy a ir hasta el Presidente como un soplón,14 pero voy a avisarle para que él15 pueda proteger todo el programa si usted no desiste!
Vosotros podéis ver que no hay nada feo en esto, ¿o sí? Así es como debe ser porque nuestra lealtad es: primero al Señor, a la Iglesia, a la misión y al mundo.16
Ahora otro pequeño incidente que está relacionado con este.
En una misión de los EE.UU., un día una vecina entro en la casa de un miembro nuevo. La vecina no era miembro, pero ella vino y estaba acostumbrada a entrar en la casa sin golpear. Así que ella fue a la casa este día y vio a su amiga, la hermana SUD, sentada en una silla y a un élder sentado a sus pies – y esto os dejará perplejos - ¡El élder estaba cortando las uñas de los pies de la hna. O pintándoselas o algo así.
Bueno, esto no fue un pecado imperdonable, pero fue indiscreto, ¿no? Aunque nada más estaba pasando, tenemos a un élder sentado en el suelo, sin tener puesta su corbata ni el saco y una mujer en parte vestida y el élder pintándole las uñas o haciendo algo. Por causa de esto, ¡la ciudad fue cerrada! Esta vecina que no era miembro salió y esparció este incidente por todo el barrio y por toda la ciudad; y aunque había habido muchos conversos con el paso de los años, esta ciudad fue cerrada,17 absolutamente cerrada a la obra misional por veinte años.
¿Pensáis que los misioneros pudieron entrar en esa ciudad?18 ¡Por supuesto que no pudieron! ¡Porque todavía se recordaba esa indiscreción! Ellos no habían cometido un pecado, por lo menos estoy muy seguro de que él nunca había hecho algo inmoral. Pienso que no fue nada más que una fea indiscreción. Y fue bastante fea, ¿verdad? ¡Fue lo que llevo a cerrar esa ciudad! ¿Comprendéis?
Por eso digo que la misión pertenece a vosotros; sois 150 en total y esta misión pertenece a vosotros. Cualquier cosa mala que suceda en esta misión hace que sea más difícil enviar misioneros y también es más difícil hacer cualquier cosa.
Y también se hace más difícil entrar en los hogares donde se han oído cosas feas19 acerca de la Iglesia. Por eso un élder no está solo;20 no puede estar solo. Tiene que estar en armonía con el programa, ¿no? ¡Y cada uno de vosotros está interesado! ¡Todos! Y a vosotros no os conviene permitir que vuestro compañero o que cualquier persona que conozcáis haga que vuestro compañero realice algo muy grave trayendo problemas no solo a vosotros sino también al programa.
Pensad en esto un poco, porque muchas personas dicen: ¡Yo no voy a ser un soplón! Pero de ninguna manera es así. ¡Es un aviso, como si vierais a dos ladrones entrando en la casa de vuestro vecino! Algunos dirían: Pues, no diré nada sobre esos ladrones. ¡Que se escapen! ¡Es el problema de mi vecino!
¡NO!, DEBEMOS INVOLUCRARNOS.21 Nos involucramos: vamos rápido hasta el teléfono y llamamos a la policía….
Si vemos a alguien que le está haciendo daño o atentando contra su vida – como paso en New York hace un tiempo atrás: una chica fue acuchillada y cortada en pedazos por algún maniático y habían personas presenciando el hecho, y NO HICIERON NADA. ¡Ella grito pidiendo ayuda! Pero nadie se movió. Ni siquiera llamaron a la policía. Y allí en la calle yacía muerta la pobre chica. NADIE QUIZO INVOLUCRARSE.
Es tiempo de que EMPECEMOS A INVOLUCRARNOS, y esto empieza por cada uno. Y cuando cualquier misionero en cualquier misión empieza a romper las reglas, ES TIEMPO para que TODOS SUS COMPAÑEROS DEBAN INVOLUCRARSE.
¡No significa que se encarguen de dirigir22 a la persona! ¡No significa que sean descorteses! Significa que ellos estén interesados y se involucren, y hay una manera amable para hacerlo.
Os digo que no serían tanta las reglas rotas si un misionero dijera al otro: Élder no vamos a hacer esto, ¡no vamos a ir allá y hablar con esa Chica! ¡Eso no es bueno! Y si logramos detenerlo cuando recién ha empezado a hacer algo malo es mucho mejor que cuando se encuentra en una TRINCHERA,23 pues es muy difícil cavar por fuera.
Muchas veces tenemos que mandar misioneros a casa, a su familia, en deshonra (frecuentemente excomulgados) porque quizás sus compañeros no le amaron lo suficiente. Quizás sus compañeros no fueron valientes para decir: USTED SE ESTA SALIENDO UN POCO DE LA RAYA.24 No vamos a hacer esto, vamos a preocuparnos y hacer esto, esto, y esto.25
Estas reglas misionales, como ven, son muy importantes. Hemos tenido 13726 años de experiencia. Me parece que es bastante como para probar algo, ¿No?
Durante 137 años hemos llegado a la conclusión de que si dos personas27 se quedan juntas las posibilidades de pecar o de tener problemas disminuyen en alrededor de un 98%. Y una vez cada mucho tiempo dos compañeros se vuelven malos, pero esto no es común.
¡Si tan solo los misioneros CERRARAN SUS CORAZONES cuando salen de Salt Lake28 para su misión! Si tienen una chica dentro de su corazón, está bien, ¡pero ENCERADA ADENTRO! Pero, si no la tenéis adentro, entonces CERRAR VUESTRO CORAZON para con todas las otras chicas; y esto también se aplica para las hermanas igualmente. Estoy hablando principalmente a vosotros, élderes.29 ¡Vosotros CERRAD VUESTRO CORAZONES y DEJAD la LLAVE en casa y JAMAS LOS ABRAIS AQUÍ! ¡Es imposible enamorarse de alguien a menos que se abra vuestro corazón!30 Vuestro corazón es el único órgano que tiene la habilidad para estar enamorado, y cuando el misionero dice: ¡Me enamore de esa chica!, es porque QUIZO enamorarse. No nos enamoramos a menos que queramos recibir una sorpresa. Nunca nos caemos en un cráter a menos que estemos caminando por el borde del cráter.
He estado en el Vesubio y también sobre varios cráteres y volcanes y yo sé que uno no se cae en un cráter a menos que – esté en el borde de un cráter. Así que simplemente ¡GUARDAD CERRADOS VUESTROS CORAZONES! Dije `cerradlos en Salt Lake o cuando salen para la Casa de la Misión, y NO LES DEIS PENSAMIENTOS.
Ahora si vosotros decís: esta chica31 es más o menos bonita, o ella es una chica muy dulce o me gustaría hablar con ella o solo me gustaría visitarla, entonces estas a punto de tener problema os puede traer más problemas en el transcurso de vuestras vidas y también mucha pesadumbre.
¿Me permitís insistir otra vez? ¡CERRAD VUESTROS CORAZONES Y DEJAD LA LLAVE EN CASA! ¡Doquiera viváis, dejad la llave en casa con vuestros padres!
Alguien preguntó: ¿Hay daño alguno en casarse con una chica Mexicana si usted está haciendo la misión en México? ¡No eso no es un crimen pero prueba que algún misionero ha tenido su corazón abierto! ¡ÉL lo abrió! ¿Es malo casarse con una chica Alemana32 habiendo estado usted en la misión en Alemania? ¡No, no es un crimen, si usted la conoció en alguna otra manera! Pero cuando usted la conoce en el campo misional y ha abierto su corazón, ¡le digo que no es correcto! ¡Y usted ha disminuido su misión!
Simplemente GUARDAD VUESTRO CORAZON CERRADO, TODOS vuestros PENSAMIENTOS deben estar en la Obra Misional.
¿Puedo decirlo en una forma aun más clara? Me gustaría, porque no hay razón alguna para que un misionero este envuelto, ni aun en una manera decente con cualquier chica durante su tiempo en la misión. ¡Este no es el lugar! ¡Vosotros lo prometisteis!33 ¡Fuisteis al TEMPLO! ¡Acordaos de lo que hicisteis en el TEMPLO! ¡Recordad que prometisteis hacer todo para vivir los mandamientos! Este es uno de los mandamientos cuando entráis al CAMPO MISIONAL: ¡No te asociaras con mujeres jóvenes en cualquier otra base que no sea la base de proselitismo! Vosotros prometisteis, y pienso que no os gustaría romper una promesa hecha ante el SEÑOR en su SANTO TEMPLO. Y cuando escribisteis la carta de aceptación al Presidente de la Iglesia, todo estaba implícito.
Vosotros sabéis, por supuesto, cada misionero sabe que no está yendo a la misión para cortejar ni para hallar esposa. Tendrás muchas oportunidades cuando regreséis a casa. El Campo Misional no es el LUGAR.
A veces vemos a un hombre joven que no ha sido muy popular en casa; él ha sido muy tímido y no ha tenido muchas salidas con chicas. Así que cuando llega al campo misional y alguien lo lisonjea34 un poco – alguna chica muestra mucho interés en el – entonces el comienza a lisonjear. También piensa: ¡Con ella debo casarme!35
Pero a él le digo esto una vez más: CIERRE SU CORAZON EN CASA y si no lo ha hecho, HAGALO AHORA Y MANDE LA LLAVE A CASA.
No permitáis que entre a vuestra mente alguna impresión o pensamiento romántico.
Por dos años os habéis consagrado al Señor, totalmente, para enseñar el Evangelio al mundo. Cuando hayáis hecho esto perfectamente por dos años, entonces al volver a casa seréis infinitamente más atractivos, más hábiles, más dignos, más maduros para tomar decisiones importantes, relacionadas con la persona con quien compartir la Eternidad.
Ahora, no tratéis en hacer esto; más bien ¡HACEDLO!36
Espero no haberos ofendido de alguna manera. Pero espero que entendáis el Espíritu de esto y si conocierais algún problema que se están empezando a desarrollar gracias a un misionero que se está pasando de la raya, me gustaría que le hablarais en una manera amable y amorosa, diciéndole que si persiste en seguir ese camino equivocado, entonces hay algo más que hacer y vosotros tenéis la lealtad para hacerlo. Que Dios os bendiga a vosotros, misioneros, y espero visitaros más adelante.
1 A pesar del tiempo transcurrido, este discurso es perfectamente vigente, sin embargo los alcances de la tecnología hacen que estos comentarios sólo sean una parte de lo que debe de cuidarse.

2 Es importante recordar que la Luz es de Dios y que las tinieblas y la oscuridad son un símbolo de Satanás. 1 Tesalonicenses 5:5-8

3 Hay proceso que empieza por ser imperceptible y que hace que poco a poco el misionero vaya quedando más y más comprometido, al final del discurso incluyo una gráfica de cómo lo vi con mis misioneros que se equivocaron (estos comentarios forman parte del discurso “Sed perfectos”, que di en una conferencia de zona y que se encuentra en la página de discursos.

4 Actualmente los misioneros viven en apartamentos independientes en lugar de pensiones.

5 Uno de los grandes problemas de una situación como la que describe el Presidente Kimball es que genera un pacto tácito mediante el cual un misionero hace Como que no “ve” a cambio de que tampoco otros “vean” lo malo que él hace. Esto no es frecuente ya que cuando ocurre es porque la situación anómala ha durado mucho tiempo. Si la situación degenera hasta este nivel tendremos un pacto de Gadiantón, aunque en la práctica nadie lo haya dicho, es una forma sutil de Satanás.

6 Es necesario tener mucho cuidado con las intensiones, ya que muchas veces las personas justifican sus malas acciones con base en sus buenas intensiones. (para ver la relación entre las acciones y las intensiones pueden consultar en la página web la presentación “Intensiones”).

7 El flirtear un poquito es equivalente a decir que una mujer está un poquito embarazada.

8 El decir esto es equivalente a la frase de Caín: ¿Soy acaso guarda de mi hermano?

9 Como siempre insistí durante mi ministerio como presidente de Misión, todos somos responsables de todos y cuando como atalayas vemos el peligro y no decimos nada nos hacemos participes del pecado, en ese tiempo y ahora usaba las escrituras de Jacob 1:18-19 y Ezequiel 3:16:21.

10 Cada misionero siente, con justificada razón, que su misión es la mejor misión del mundo, y la verdad es que cada misionero va a la misión donde podrá tener las experiencias que serán básicas para su vida, por tanto no es lógico ni justo que se permita que esa gran misión se contamine, así sea sólo un poquito.

11 La posibilidad de hacer una reparación adecuada normalmente no está en las manos ni el poder del misionero que hace el daño, las consecuencias son insospechadas. Generalmente podemos arrepentirnos de nuestros pecados pero no de las consecuencias de dichos pecados.

12 Podría pensarse que esta declaración es demasiado fuerte, pero no lo es, corresponde a la realidad, muchas veces luego de muchas indiscreciones y errores el transgresor va a su líder esperando su misericordia, y cuando termina con una sanción disciplinaria responsabiliza al líder por duro o insensible y no asume la responsabilidad por sus acciones. La verdad es que la sentencia disciplinaria fue decidida por el transgresor, el líder sólo la declara. En el caso que analiza el Presidente Kimball, el transgresor fue quien decidió su excomunión secundado por sus 18 compañeros.

13 Con este procedimiento los compañeros habrían librado sus almas de la culpa de la transgresión.

14 El concepto soplón, corresponde a sociedades secretas donde impera la Ley del Silencio o la Omerta, y no al ámbito misional donde debe predominar el Espíritu Sacerdotal y la responsabilidad de unos por otros.

15 El presidente de la Misión ha sido investido con el poder y las llaves para solucionar estos problemas, algunas veces los misioneros piensan que ellos pueden manejarlo y por ello no informan al presidente, pero ellos (los misioneros) no tienen ni el poder ni las llaves, por ello fallan al intentarlo.

16 Lo hermoso de esto es que si se tienen las lealtades en orden, los misioneros serán protegidos, cuidados y quizás amonestado, quizás queden un poco mal, pero el final será positivo tanto para el trasgresor como para sus compañeros.

17 Una tendencia natural de los seres humanos, mucho más cuando se trata de juzgar a la Iglesia, sus líderes, miembros o misioneros, es minimizar las cosas buenas o positivas y maximizar las malas o negativas. Una aplicación malévola de esto es que con seguridad no se decía que un misionero había hecho… sino que los misioneros, en general, (incluyendo a todos) lo hacían.

18 En esta historia vemos como misioneros que quizás al momento del incidente ni habían nacido llegaron a ser, en la mente de los residentes de esa ciudad, culpables de una indiscreción.

19 Satanás y sus siervos siempre están esparciendo mentiras sobre la Iglesia, generalmente podemos hacer frente a estas mentiras y calmadamente explicar cómo son las cosas, pero los argumentos se acaban cuando nos enfrentamos a un hecho cierto y corroborado, donde ya lo único que podemos hacer es decir que es un problema de los hombres.

20 La norma de siempre estar acompañado y tener al compañero siempre al ojo y al oído es una norma que tiene sabiduría y poder para proteger a los misioneros, si un misionero no la entiende, no importa, de todas maneras cúmplala y verá cómo será bendecido.

21 Si fuéramos a dejar que la gente se perdiera, no habríamos salido a la misión, ya que fue precisamente el deseo de salvar a personas que no saben que debían ser salvadas y que muchas veces ni quieren ser salvadas pero como misioneros oramos por ellos y nos esforzamos para salvarlos.

22 No estoy seguro de qué dijo aquí el presidente, es como estaba la traducción que encontré pero seguramente hay un error.

23 Cuando la persona ha transgredido las normas y los mandamientos generalmente se mete en un hueco desde el cual justifica sus malas acciones y siempre está a la defensiva tratando de proteger tanto sus acciones como sus secretos. Es bueno recordar que un elemento del trabajo de Satanás está en el secreto, podemos verlo en Eter 8:13-14 y en Moisés 5:29

24 Debemos recordar que el camino es recto y estrecho Mateo 7:13-14

25 En esta parte se sugiere que los problemas surgen cuando no estamos ocupados haciendo lo que nos corresponde.

26 Hay que recordar que el discurso fue pronunciado en 1967, a tiempo presente año 2012 la experiencia es de 182 años y lo dicho por el presidente sigue vigente.

27 Se refiere a los misioneros que siempre deben andar juntos. Son muy pocos los casos en que se realiza un acuerdo para pecar, sin embargo como se dijo antes, se puede dar aunque más como un acto tácito que como un acuerdo explícito.

28 En ese tiempo los misioneros pasaban por Salt Lake, debe entenderse sus propias ciudades y estacas.

29 Porcentualmente los problemas de este tipo con misioneras son muy pequeños y casi inexistentes, aunque de vez en cuando si suceden.

30 Muchas veces se pretende que el enamoramiento es algo totalmente involuntario que simplemente ocurre y por tanto, al estar fuera de nuestro control no hay nada que podamos hacer, tal como el presidente lo explica, eso no es cierto.

31 El presidente circunscribe su consejo a las chicas, así lo entendí durante los primeros meses de mi ministerio, pero luego vi que no sólo hay peligro con las chicas, no sé si esto que voy a decir ocurre en otras misiones, pero ocurría en mi misión, y es que algunos de mis misioneros cayeron con mujeres mayores normalmente entre 40 y 45 años y que en los últimos tres años habían quedado viudas, se habían divorciado o separado o en algunos casos sus esposos se habían ido a trabajar al extranjero en ese periodo de tiempo, reflexioné que a José no lo tentó la hija de Potifar, sino su esposa. Creo que es importante tener este hecho en cuenta para proteger mejor a los misioneros.

32 En el mejor de los casos el resto de la vida tendrán que estar explicando su acción ya que al saberse que ella es originaria de su misión se generarán suspicacias.

33 Como misioneros estamos representando al Señor Jesucristo y debemos hacerlo sin indiscreciones, hay poder en hacer una misión en la manera correcta.

34 Es interesante que el Presidente use esta palabra ya que normalmente la asociamos al diablo y sus tentaciones.

35 Muchas veces el problema se origina en chicas y mujeres que son coquetas y aun descaradas, pero también observé en un misionero que era particularmente asediado que el problema se originaba en él, de hecho debo confesar que no me di cuenta yo, cuando había ocurrido en varias áreas que este misionero fuera asediado le pedí ayuda a mi esposa quien lo observó y pudo ver que él tenía por costumbre dar una mirada larga y siguiendo a una chica de modo que su cabeza describía giros de casi 180 grados. Al explicarle que él era el originador con sus miradas, él se esforzó en cambiar esta acción y el problema dejó de existir.

36 Es de recordar que éste era el lema del presidente ¡Do it! No trata de hacerlo.

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  1. Racionalización. Es una parte del proceso en la cual el misionero empieza a cuestionar. Simplemente a cuestionar. Primero, las normas, ¿realmente se debe uno levantar a esa hora? O ¿debemos llegar a esta otra hora? O ¿realmente no debemos comer cerdo o pescado? O lo que sea. Los procesos de racionalización conducen a las personas a considerar que las normas son buenas pero que no se aplican en su caso particular, por alguna razón ejemplo: la introducción de la Palabra de Sabiduría dice que está adaptada a la condición del más débil, cierto hermano que yo conocí era de una condición sana y fuerte, por tanto empezó a preguntarse ¡si la palabra de sabiduría no era para él¡, otro hombre acuñó una frase en la que decía: “el conocimiento máximo de una ley es saber cuándo deja de operar” con esto en mente, supuso que conocía tan bien la ley de castidad que en su caso particular dejó de operar, transgredió la ley y fue castigado. Las leyes son perfectas e inmutables y no dejan de operar.
  2. Inconformidad. Cuando se ha llevado el proceso anterior por un tiempo, se generan sentimientos de inconformidad, porque hay la pretensión de estar cumpliendo algo que no se aplica totalmente a él. La persona entonces desarrolla un sentimiento de víctima con la cual se está cometiendo una tremenda injusticia.
  3. Ira y rebeldía. Los sentimientos de víctima hacen que se desarrolle ira y rebeldía principalmente en contra de las normas que considera que no debe cumplir y de las personas que ejercen la autoridad que lo lleva a cumplirlas.
  4. Menos trabajo. El presidente Kimball enseñó que si el misionero no tiene éxito empezará a desobedecer las normas. En consecuencia el misionero que siente que se está cometiendo una gran injusticia con él, no desarrollará la capacidad de trabajar bien, esta obra solo se puede hacer por el Espíritu y en este proceso el Espíritu ha sido restringido y se ha ido
  5. Transgredir las normas. Al llegar a este punto el misionero empieza a desobedecer algunas normas como los horarios y como permanecer más tiempo en la casa de los miembros, o ver televisión en la casa de los miembros o lo que sea.
  6. Autojustificación. El misionero es entonces cuestionado, por sus compañeros o por su propia conciencia, pero tanto en sus palabras externas como en sus pensamientos él considera que se encuentra libre de culpa ya que transfiere toda la responsabilidad de sus acciones a la persona o personas objeto de su ira, de modo que una vez más él es la víctima tanto de las personas como de las circunstancias.
Quebrar los mandamientos. El escenario está listo, los actores se han preparado y solo se espera que el telón se levante. En este punto del proceso solo hace falta que el misionero se encuentre en el lugar equivocado, en el momento inadecuado con la persona equivocada y entonces el misionero quebrantará los mandamientos de una manera tan natural que muchos piensan que las circunstancias se confabularon en su contra de modo que lo que ocurrió fue algo inevitable, pero si podía evitarse. Particularmente, si se hubiera detenido el proceso en sus inicios