Cuando llegue a la casa de la misión en Santiago, República Dominicana en Octubre del 1992 me entregaron una carpeta con varias indicaciones y normas propias de la misión. Entre los discursos que contenía dicha carpeta se encontraba uno muy interesante, el cual lei durante toda mi misión y me sirvió de alerta y advertencia contra la trampa mas eficaz que el enemigo de Dios pone en contra de los misioneros. Este discurso dado por el Pte. Spencer W. Kimball se llama: "Cierre Su Corazon con llave". Lo reproduzco aquí porque vi muchos buenos jóvenes que desviaron su atención y se distrajeron así como hizo Corianton el hijo de Alma que desatendió su ministerio por asunto de castidad fueron infelices y lo han sido aun después de salir de la misión .
"CIERRE CON LLAVE SU CORAZÓN"
Por el Presidente Spencer
W. Kimball
Con
comentarios de Jorge E. Trujillo
Este discurso con
comentarios está direccionado única y exclusivamente a los
misioneros que sirvieron conmigo en la misión Cali en el periodo
2002-2005, la razón por la que hago los comentarios es porque muchos
ahora son obispos y presidentes y considero que estas experiencias
les serán útiles para aconsejar a sus jóvenes.
Estos comentarios fueron
hechos por el Presidente Kimball (en aquel entonces como miembro del
Consejo de los Doce) mientras estaba en un tour de la misión de
Latinoamérica entre el año 1967 o 1968.
Esto fue dicho a los misioneros de esa misión antes de ser
entrevistados por el Presidente.
"Si existen
problemas en la misión que podáis sacar a luz
para que yo pueda ayudar a vuestro presidente y a vosotros, me
encantaría hacerlo. Si hay situaciones que son difíciles, si hay
problemas que son desconocidos, permitidme daros un ejemplo.
En una de las misiones
encontré una situación mala. Uno o dos misioneros habían roto las
reglas (como el Presidente. dijo esta mañana). Ellos empezaron por
romper algunas reglas solamente
i.
Todo lo que hicieron fue sólo ir a una cierta casa cada domingo por
la noche para cenar. El Presidente no sabía nada acerca de eso. No
fue muy serio; debían haber estado en su pensión
estudiando. Pero esto fue una costumbre cada semana.
Después de un tiempo,
esos misioneros estaban trayendo a otros y pronto estuvieron bailando
los domingos por la noche algunos de ellos. Y entonces estuvieron
flirteando un poco y entonces algunos empezaron a jugar naipes cada
domingo por la noche. ¡Y entonces estaban bailando en lo oscuro con
algunas de las hijas de los Santos!
La próxima cosa que
sabemos que pasó, fue una excomunión.
Fui allá y todas las
cosas quedaron claras. Supe que un chico estuvo a punto de ser
excomulgado. Ciertamente había cerca de 18 misioneros
en esa área que habían caminado como ovejas al borde del
precipicio. Ellos no habían intentado
hacer algo malo, sino que simplemente siguieron al líder. Habían
ido a cenar allá, y se habían puesto a flirtear un poquito.
Pero el caso es que había
18 misioneros que sabían que ese chico había ido demasiado lejos.
Ellos sabían que él estaba besuqueando y acariciando a una chica,
pero nunca dijeron nada.
Cuando los entrevisté,
les pregunté: ¿Por qué no le dijeron al Presidente las cosas malas
que estaban sucediendo?
Uno de ellos dijo: Pues,
no me meto en asuntos ajenos.
Este élder puede hacer lo que le plazca - ¡Si él quiere arruinar
su misión, para mí está bien, es su problema, es su misión! ¡Si
él quiere arruinar su vida, es su decisión, es SU vida!"
Y entonces les dije a
estos élderes:" ¿Qué de sus misiones? ¿No es ésta su misión
también?
¿No es ésta su iglesia también? ¿Van a permitir que una persona
haga más daño del que ustedes pueden reparar?
¿Van a permitir que haya un misionero que arruine todo lo que
ustedes hicieron acá?
Usted ha estado 20 meses
acá, élder, y ha estado trabajando bastante duro y a veces usted,
ha hecho una obra notable. ¿Va a permitir que un escándalo, un
escándalo aquí, anule todo lo que usted ha hecho? ¿Va a permitir
eso? ¿Está dispuesto a hacerlo?" El dijo: " Bueno, no lo
había pensado así."
Bien, pues eso es lo que
pasa, ¿no es así, élderes? ¡Esta es vuestra misión! ¡Esta es
vuestra iglesia! Un escándalo en una comunidad aniquila toda vuestra
obra, quizás la que todos juntos podríais hacer. El trabajo de dos
años anulado por un escándalo en la comunidad. ¿Pensáis vosotros
que tenéis lealtad? ¿Y dónde están vuestras lealtades? ¿Sois
leales a vosotros mismos? ¿Sois leales a vuestros compañeros?
¿Estáis dispuestos a permitirle continuar y continuar hasta que
caiga?
Cuando él fue
excomulgado, fue un día triste para esa misión, porque él fue un
buen joven y todos los misioneros le amaban, y algunos de ellos
lloraban. !Sí, lo recuerdo! ¡Algunos de ellos estaban llorando! ¡Su
hermano había sido excomulgado y enviado a casa en deshonra!
Y entonces les dije:
élderes, ¿saben quién excomulgó a este chico? No fui yo; ni su
Presidente; ni tampoco el tribunal de élderes. ¡Fueron ustedes!
¡Ustedes excomulgaron a su hermano!
¿Cómo? ¡Pues si ustedes hubieran ido hablarle al élder cuando
estaba rompiendo las reglas diciéndole! ¡Élder, no vamos a hacer
eso!, eso hubiera cambiado todo el problema. Todos nosotros perdemos
espiritualidad cuando pasan cosas así.
Ahora, supongamos que él
no hubiera hecho caso y ustedes le hubieran dicho otra vez: ¡Élder,
usted no debe hacer eso! ¡No podemos estar haciendo ese tipo de
cosas!
Y entonces supongamos que
ustedes, hubieran ido por tercera vez
y le hubiera dicho: ¡Élder, lo siento pero si usted no desiste voy
a tener que decírselo al presidente de la misión, porque no voy a
permitirle que se destruya a sí mismo!
¡Yo pienso demasiado en
usted! ¡No voy a permitirle que destruya esta misión! ¡Yo pienso
mucho en la misión! ¡No voy a ir hasta el Presidente como un
soplón,
pero voy a avisarle para que él
pueda proteger todo el programa si usted no desiste!
Vosotros podéis ver que
no hay nada feo en esto, ¿o sí? Así es como debe ser porque
nuestra lealtad es: primero al Señor, a la Iglesia, a la misión y
al mundo.
Ahora otro pequeño
incidente que está relacionado con este.
En una misión de los
EE.UU., un día una vecina entro en la casa de un miembro nuevo. La
vecina no era miembro, pero ella vino y estaba acostumbrada a entrar
en la casa sin golpear. Así que ella fue a la casa este día y vio a
su amiga, la hermana SUD, sentada en una silla y a un élder sentado
a sus pies – y esto os dejará perplejos - ¡El élder estaba
cortando las uñas de los pies de la hna. O pintándoselas o algo
así.
Bueno, esto no fue un
pecado imperdonable, pero fue indiscreto, ¿no? Aunque nada más
estaba pasando, tenemos a un élder sentado en el suelo, sin tener
puesta su corbata ni el saco y una mujer en parte vestida y el élder
pintándole las uñas o haciendo algo. Por causa de esto, ¡la ciudad
fue cerrada! Esta vecina que no era miembro salió y esparció este
incidente por todo el barrio y por toda la ciudad; y aunque había
habido muchos conversos con el paso de los años, esta ciudad fue
cerrada,
absolutamente cerrada a la obra misional por veinte años.
¿Pensáis que los
misioneros pudieron entrar en esa ciudad?
¡Por supuesto que no pudieron! ¡Porque todavía se recordaba esa
indiscreción! Ellos no habían cometido un pecado, por lo menos
estoy muy seguro de que él nunca había hecho algo inmoral. Pienso
que no fue nada más que una fea indiscreción. Y fue bastante fea,
¿verdad? ¡Fue lo que llevo a cerrar esa ciudad! ¿Comprendéis?
Por eso digo que la
misión pertenece a vosotros; sois 150 en total y esta misión
pertenece a vosotros. Cualquier cosa mala que suceda en esta misión
hace que sea más difícil enviar misioneros y también es más
difícil hacer cualquier cosa.
Y también se hace más
difícil entrar en los hogares donde se han oído cosas feas
acerca de la Iglesia. Por eso un élder no está solo;
no puede estar solo. Tiene que estar en armonía con el programa,
¿no? ¡Y cada uno de vosotros está interesado! ¡Todos! Y a
vosotros no os conviene permitir que vuestro compañero o que
cualquier persona que conozcáis haga que vuestro compañero realice
algo muy grave trayendo problemas no solo a vosotros sino también al
programa.
Pensad en esto un poco,
porque muchas personas dicen: ¡Yo no voy a ser un soplón! Pero de
ninguna manera es así. ¡Es un aviso, como si vierais a dos ladrones
entrando en la casa de vuestro vecino! Algunos dirían: Pues, no diré
nada sobre esos ladrones. ¡Que se escapen! ¡Es el problema de mi
vecino!
¡NO!, DEBEMOS
INVOLUCRARNOS.
Nos involucramos: vamos rápido hasta el teléfono y llamamos a la
policía….
Si vemos a alguien que le
está haciendo daño o atentando contra su vida – como paso en New
York hace un tiempo atrás: una chica fue acuchillada y cortada en
pedazos por algún maniático y habían personas presenciando el
hecho, y NO HICIERON NADA. ¡Ella grito pidiendo ayuda! Pero nadie se
movió. Ni siquiera llamaron a la policía. Y allí en la calle yacía
muerta la pobre chica. NADIE QUIZO INVOLUCRARSE.
Es tiempo de que
EMPECEMOS A INVOLUCRARNOS, y esto empieza por cada uno. Y cuando
cualquier misionero en cualquier misión empieza a romper las reglas,
ES TIEMPO para que TODOS SUS COMPAÑEROS DEBAN INVOLUCRARSE.
¡No significa que se
encarguen de dirigir
a la persona! ¡No significa que sean descorteses! Significa que
ellos estén interesados y se involucren, y hay una manera amable
para hacerlo.
Os digo que no serían
tanta las reglas rotas si un misionero dijera al otro: Élder no
vamos a hacer esto, ¡no vamos a ir allá y hablar con esa Chica!
¡Eso no es bueno! Y si logramos detenerlo cuando recién ha empezado
a hacer algo malo es mucho mejor que cuando se encuentra en una
TRINCHERA,
pues es muy difícil cavar por fuera.
Muchas veces tenemos que
mandar misioneros a casa, a su familia, en deshonra (frecuentemente
excomulgados) porque quizás sus compañeros no le amaron lo
suficiente. Quizás sus compañeros no fueron valientes para decir:
USTED SE ESTA SALIENDO UN POCO DE LA RAYA.
No vamos a hacer esto, vamos a preocuparnos y hacer esto, esto, y
esto.
Estas reglas misionales,
como ven, son muy importantes. Hemos tenido 137
años de experiencia. Me parece que es bastante como para probar
algo, ¿No?
Durante 137 años hemos
llegado a la conclusión de que si dos personas
se quedan juntas las posibilidades de pecar o de tener problemas
disminuyen en alrededor de un 98%. Y una vez cada mucho tiempo dos
compañeros se vuelven malos, pero esto no es común.
¡Si tan solo los
misioneros CERRARAN SUS CORAZONES cuando salen de Salt Lake
para su misión! Si tienen una chica dentro de su corazón, está
bien, ¡pero ENCERADA ADENTRO! Pero, si no la tenéis adentro,
entonces CERRAR VUESTRO CORAZON para con todas las otras chicas; y
esto también se aplica para las hermanas igualmente. Estoy hablando
principalmente a vosotros, élderes.
¡Vosotros CERRAD VUESTRO CORAZONES y DEJAD la LLAVE en casa y JAMAS
LOS ABRAIS AQUÍ! ¡Es imposible enamorarse de alguien a menos que se
abra vuestro corazón!
Vuestro corazón es el único órgano que tiene la habilidad para
estar enamorado, y cuando el misionero dice: ¡Me enamore de esa
chica!, es porque QUIZO enamorarse. No nos enamoramos a menos que
queramos recibir una sorpresa. Nunca nos caemos en un cráter a menos
que estemos caminando por el borde del cráter.
He estado en el Vesubio y
también sobre varios cráteres y volcanes y yo sé que uno no se cae
en un cráter a menos que – esté en el borde de un cráter. Así
que simplemente ¡GUARDAD CERRADOS VUESTROS CORAZONES! Dije
`cerradlos en Salt Lake o cuando salen para la Casa de la Misión, y
NO LES DEIS PENSAMIENTOS.
Ahora si vosotros decís:
esta chica
es más o menos bonita, o ella es una chica muy dulce o me gustaría
hablar con ella o solo me gustaría visitarla, entonces estas a punto
de tener problema os puede traer más problemas en el transcurso de
vuestras vidas y también mucha pesadumbre.
¿Me permitís insistir
otra vez? ¡CERRAD VUESTROS CORAZONES Y DEJAD LA LLAVE EN CASA!
¡Doquiera viváis, dejad la llave en casa con vuestros padres!
Alguien preguntó: ¿Hay
daño alguno en casarse con una chica Mexicana si usted está
haciendo la misión en México? ¡No eso no es un crimen pero prueba
que algún misionero ha tenido su corazón abierto! ¡ÉL lo abrió!
¿Es malo casarse con una chica Alemana
habiendo estado usted en la misión en Alemania? ¡No, no es un
crimen, si usted la conoció en alguna otra manera! Pero cuando usted
la conoce en el campo misional y ha abierto su corazón, ¡le digo
que no es correcto! ¡Y usted ha disminuido su misión!
Simplemente GUARDAD
VUESTRO CORAZON CERRADO, TODOS vuestros PENSAMIENTOS deben estar en
la Obra Misional.
¿Puedo decirlo en una
forma aun más clara? Me gustaría, porque no hay razón alguna para
que un misionero este envuelto, ni aun en una manera decente con
cualquier chica durante su tiempo en la misión. ¡Este no es el
lugar! ¡Vosotros lo prometisteis!
¡Fuisteis al TEMPLO! ¡Acordaos de lo que hicisteis en el TEMPLO!
¡Recordad que prometisteis hacer todo para vivir los mandamientos!
Este es uno de los mandamientos cuando entráis al CAMPO MISIONAL:
¡No te asociaras con mujeres jóvenes en cualquier otra base que no
sea la base de proselitismo! Vosotros prometisteis, y pienso que no
os gustaría romper una promesa hecha ante el SEÑOR en su SANTO
TEMPLO. Y cuando escribisteis la carta de aceptación al Presidente
de la Iglesia, todo estaba implícito.
Vosotros sabéis, por
supuesto, cada misionero sabe que no está yendo a la misión para
cortejar ni para hallar esposa. Tendrás muchas oportunidades cuando
regreséis a casa. El Campo Misional no es el LUGAR.
A veces vemos a un hombre
joven que no ha sido muy popular en casa; él ha sido muy tímido y
no ha tenido muchas salidas con chicas. Así que cuando llega al
campo misional y alguien lo lisonjea
un poco – alguna chica muestra mucho interés en el – entonces el
comienza a lisonjear. También piensa: ¡Con ella debo casarme!
Pero a él le digo esto
una vez más: CIERRE SU CORAZON EN CASA y si no lo ha hecho, HAGALO
AHORA Y MANDE LA LLAVE A CASA.
No permitáis que entre a
vuestra mente alguna impresión o pensamiento romántico.
Por dos años os habéis
consagrado al Señor, totalmente, para enseñar el Evangelio al
mundo. Cuando hayáis hecho esto perfectamente por dos años,
entonces al volver a casa seréis infinitamente más atractivos, más
hábiles, más dignos, más maduros para tomar decisiones
importantes, relacionadas con la persona con quien compartir la
Eternidad.
Ahora, no tratéis en
hacer esto; más bien ¡HACEDLO!
Espero no haberos
ofendido de alguna manera. Pero espero que entendáis el Espíritu de
esto y si conocierais algún problema que se están empezando a
desarrollar gracias a un misionero que se está pasando de la raya,
me gustaría que le hablarais en una manera amable y amorosa,
diciéndole que si persiste en seguir ese camino equivocado, entonces
hay algo más que hacer y vosotros tenéis la lealtad para hacerlo.
Que Dios os bendiga a vosotros, misioneros, y espero visitaros más
adelante.
Racionalización.
Es una parte del proceso en la cual el misionero empieza a
cuestionar. Simplemente a cuestionar. Primero, las normas,
¿realmente se debe uno levantar a esa hora? O ¿debemos llegar a
esta otra hora? O ¿realmente no debemos comer cerdo o pescado? O
lo que sea. Los procesos de racionalización conducen a las
personas a considerar que las normas son buenas pero que no se
aplican en su caso particular, por alguna razón ejemplo: la
introducción de la Palabra de Sabiduría dice que está adaptada a
la condición del más débil, cierto
hermano que yo conocí era de una condición sana y fuerte, por
tanto empezó a preguntarse ¡si la palabra de sabiduría no era
para él¡, otro hombre acuñó una frase en la que decía: “el
conocimiento máximo de una ley es saber cuándo deja de operar”
con esto en mente, supuso que conocía tan bien la ley de
castidad que en su caso particular dejó de operar, transgredió la
ley y fue castigado. Las leyes son perfectas e inmutables y no
dejan de operar.
Inconformidad.
Cuando se ha llevado el proceso anterior por un tiempo, se
generan sentimientos de inconformidad, porque hay la pretensión de
estar cumpliendo algo que no se aplica totalmente a él. La persona
entonces desarrolla un sentimiento de víctima con la cual se está
cometiendo una tremenda injusticia.
Ira
y rebeldía. Los sentimientos de
víctima hacen que se desarrolle ira y rebeldía principalmente en
contra de las normas que considera que no debe cumplir y de las
personas que ejercen la autoridad que lo lleva a cumplirlas.
Menos
trabajo. El presidente Kimball enseñó que si el misionero no
tiene éxito empezará a desobedecer las normas. En consecuencia el
misionero que siente que se está cometiendo una gran injusticia
con él, no desarrollará la capacidad de trabajar bien, esta obra
solo se puede hacer por el Espíritu y en este proceso el Espíritu
ha sido restringido y se ha ido
Transgredir
las normas. Al llegar a este punto el misionero empieza a
desobedecer algunas normas como los horarios y como permanecer más
tiempo en la casa de los miembros, o ver televisión en la casa de
los miembros o lo que sea.
Autojustificación.
El misionero es entonces cuestionado, por sus compañeros o por
su propia conciencia, pero tanto en sus palabras externas como en
sus pensamientos él considera que se encuentra libre de culpa ya
que transfiere toda la responsabilidad de sus acciones a la persona
o personas objeto de su ira, de modo que una vez más él es la
víctima tanto de las personas como de las circunstancias.
Quebrar
los mandamientos. El escenario está listo, los actores se han
preparado y solo se espera que el telón se levante. En este punto
del proceso solo hace falta que el misionero se encuentre en el
lugar equivocado, en el momento inadecuado con la persona equivocada
y entonces el misionero quebrantará los mandamientos de una manera
tan natural que muchos piensan que las
circunstancias se confabularon en su contra de modo que lo que
ocurrió fue algo inevitable, pero si podía evitarse.
Particularmente, si se hubiera detenido el proceso en sus inicios