El
servicio misional es un deber del sacerdocio, una obligación que el
Señor espera de nosotros, a quienes se nos ha dado tanto.
Mis
amados hermanos y hermanas, les damos la bienvenida a la conferencia
general, la cual se está escuchando y viendo a través de diversos medios
por el mundo. Expresamos agradecimiento a todos los que tienen algo que
ver con la complicada logística de esta gran empresa.

La
noche antes de la dedicación de cada templo, tuvimos el privilegio de
presenciar una celebración cultural en la que participaron nuestros
jóvenes y algunos de los que no son tan jóvenes. Esos espectáculos
generalmente se llevaron a cabo en grandes estadios, aunque en Kiev nos
reunimos en un hermoso palacio. Las actuaciones musicales de baile y de
canto, así como las exhibiciones, fueron excelentes. Expreso mis
felicitaciones y amor a todos los que participaron.
La dedicación de cada templo fue un banquete espiritual. En todas ellas sentimos el Espíritu del Señor.
El
mes próximo rededicaremos el Templo de Laie, Hawaii, uno de los más
antiguos, en el que se han llevado a cabo extensas renovaciones durante
muchos meses. Esperamos con ansias esa sagrada ocasión.
Seguimos
edificando templos. Esta mañana me complace anunciar cinco templos más,
para los que se están adquiriendo los terrenos y los que, en meses y
años venideros, se construirán en los siguientes lugares: Lisboa,
Portugal; Indianápolis, Indiana; Urdaneta, Filipinas; Hartford,
Connecticut y Tijuana, México.
Las
ordenanzas que se efectúan en nuestros templos son vitales para nuestra
salvación y la salvación de nuestros seres queridos fallecidos. Ruego
que continuemos siendo fieles en asistir a los templos, los cuales se
están construyendo cada vez más cerca de nuestros miembros.
Ahora
bien, antes de que escuchemos a nuestros discursantes esta mañana,
quisiera mencionar un asunto que está muy cerca de mi corazón y que
merece nuestra seria atención. Hablo de la obra misional.
En
primer lugar, a los hombres jóvenes del Sacerdocio Aarónico y a ustedes
jóvenes que están llegando a ser élderes, repito lo que los profetas
han enseñado por mucho tiempo: que todo joven digno y capaz debe
prepararse para servir en una misión. El servicio misional es un deber
del sacerdocio, una obligación que el Señor espera de nosotros, a
quienes se nos ha dado tanto. Jóvenes, los amonesto a que se preparen
para prestar servicio como misioneros. Consérvense limpios y puros, y
dignos de representar al Señor. Preserven su salud y fortaleza. Estudien
las Escrituras. En donde estén disponibles, participen en seminario e
instituto. Familiarícense con el manual misional Predicad Mi Evangelio.
Un
consejo para ustedes jóvenes hermanas: Aunque ustedes no tienen la
misma responsabilidad del sacerdocio que la que tienen los hombres
jóvenes de servir como misioneros de tiempo completo, ustedes aportan
una valiosa contribución como misioneras y les agradecemos su servicio.
Y
ahora a ustedes hermanos y hermanas mayores: necesitamos muchos, muchos
más matrimonios mayores. A los fieles matrimonios que sirven
actualmente y que han servido en el pasado, les damos las gracias por su
fe y devoción al evangelio de Jesucristo. Ustedes sirven bien y de buen
grado, y logran mucho bien.
A
aquellos que aún no llegan a la época de la vida en la que podrían
servir una misión como matrimonio, los exhorto a prepararse ahora para
el día en que ustedes y su cónyuge puedan hacerlo. Según lo permitan las
circunstancias, si están a punto de jubilarse, y si su salud lo
permite, estén dispuestos a dejar su hogar y prestar servicio misional
de tiempo completo. Pocas veces en su vida disfrutarán del dulce
espíritu y la satisfacción que resultan del prestar servicio de tiempo
completo juntos en la obra del Maestro.
Ahora
bien, mis hermanos y hermanas, ruego que estén a tono con el Espíritu
del Señor al oír de parte de Sus siervos durante los dos próximos días.
Que ésta sea la bendición de cada uno, ruego humildemente, en el nombre
de Jesucristo. Amén.
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