El 
servicio misional es un deber del sacerdocio, una obligación que el 
Señor espera de nosotros, a quienes se nos ha dado tanto. 
Mis
 amados hermanos y hermanas, les damos la bienvenida a la conferencia 
general, la cual se está escuchando y viendo a través de diversos medios
 por el mundo. Expresamos agradecimiento a todos los que tienen algo que
 ver con la complicada logística de esta gran empresa.
 Desde
 abril, cuando nos reunimos por última vez, la obra de la Iglesia ha 
seguido adelante sin obstáculos. He tenido el privilegio de dedicar 
cuatro templos nuevos. Acompañado de mis consejeros y de otras 
Autoridades Generales, he viajado a Gila Valley, Arizona; a Vancouver, 
Columbia Británica; a Cebú City, en las Filipinas; y a Kiev, Ucrania. El
 templo de cada uno de esos lugares es magníficamente bello. Cada uno 
está bendiciendo la vida de nuestros miembros y es una influencia para 
bien en las personas que no son de nuestra fe.
Desde
 abril, cuando nos reunimos por última vez, la obra de la Iglesia ha 
seguido adelante sin obstáculos. He tenido el privilegio de dedicar 
cuatro templos nuevos. Acompañado de mis consejeros y de otras 
Autoridades Generales, he viajado a Gila Valley, Arizona; a Vancouver, 
Columbia Británica; a Cebú City, en las Filipinas; y a Kiev, Ucrania. El
 templo de cada uno de esos lugares es magníficamente bello. Cada uno 
está bendiciendo la vida de nuestros miembros y es una influencia para 
bien en las personas que no son de nuestra fe.
La
 noche antes de la dedicación de cada templo, tuvimos el privilegio de 
presenciar una celebración cultural en la que participaron nuestros 
jóvenes y algunos de los que no son tan jóvenes. Esos espectáculos 
generalmente se llevaron a cabo en grandes estadios, aunque en Kiev nos 
reunimos en un hermoso palacio. Las actuaciones musicales de baile y de 
canto, así como las exhibiciones, fueron excelentes. Expreso mis 
felicitaciones y amor a todos los que participaron.
La dedicación de cada templo fue un banquete espiritual. En todas ellas sentimos el Espíritu del Señor.
El
 mes próximo rededicaremos el Templo de Laie, Hawaii, uno de los más 
antiguos, en el que se han llevado a cabo extensas renovaciones durante 
muchos meses. Esperamos con ansias esa sagrada ocasión.
Seguimos
 edificando templos. Esta mañana me complace anunciar cinco templos más,
 para los que se están adquiriendo los terrenos y los que, en meses y 
años venideros, se construirán en los siguientes lugares: Lisboa, 
Portugal; Indianápolis, Indiana; Urdaneta, Filipinas; Hartford, 
Connecticut y Tijuana, México.
Las
 ordenanzas que se efectúan en nuestros templos son vitales para nuestra
 salvación y la salvación de nuestros seres queridos fallecidos. Ruego 
que continuemos siendo fieles en asistir a los templos, los cuales se 
están construyendo cada vez más cerca de nuestros miembros.
Ahora
 bien, antes de que escuchemos a nuestros discursantes esta mañana, 
quisiera mencionar un asunto que está muy cerca de mi corazón y que 
merece nuestra seria atención. Hablo de la obra misional.
En
 primer lugar, a los hombres jóvenes del Sacerdocio Aarónico y a ustedes
 jóvenes que están llegando a ser élderes, repito lo que los profetas 
han enseñado por mucho tiempo: que todo joven digno y capaz debe 
prepararse para servir en una misión. El servicio misional es un deber 
del sacerdocio, una obligación que el Señor espera de nosotros, a 
quienes se nos ha dado tanto. Jóvenes, los amonesto a que se preparen 
para prestar servicio como misioneros. Consérvense limpios y puros, y 
dignos de representar al Señor. Preserven su salud y fortaleza. Estudien
 las Escrituras. En donde estén disponibles, participen en seminario e 
instituto. Familiarícense con el manual misional Predicad Mi Evangelio.
Un
 consejo para ustedes jóvenes hermanas: Aunque ustedes no tienen la 
misma responsabilidad del sacerdocio que la que tienen los hombres 
jóvenes de servir como misioneros de tiempo completo, ustedes aportan 
una valiosa contribución como misioneras y les agradecemos su servicio.
Y
 ahora a ustedes hermanos y hermanas mayores: necesitamos muchos, muchos
 más matrimonios mayores. A los fieles matrimonios que sirven 
actualmente y que han servido en el pasado, les damos las gracias por su
 fe y devoción al evangelio de Jesucristo. Ustedes sirven bien y de buen
 grado, y logran mucho bien.
A
 aquellos que aún no llegan a la época de la vida en la que podrían 
servir una misión como matrimonio, los exhorto a prepararse ahora para 
el día en que ustedes y su cónyuge puedan hacerlo. Según lo permitan las
 circunstancias, si están a punto de jubilarse, y si su salud lo 
permite, estén dispuestos a dejar su hogar y prestar servicio misional 
de tiempo completo. Pocas veces en su vida disfrutarán del dulce 
espíritu y la satisfacción que resultan del prestar servicio de tiempo 
completo juntos en la obra del Maestro.
Ahora
 bien, mis hermanos y hermanas, ruego que estén a tono con el Espíritu 
del Señor al oír de parte de Sus siervos durante los dos próximos días. 
Que ésta sea la bendición de cada uno, ruego humildemente, en el nombre 
de Jesucristo. Amén.
 
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